"Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a todas las gentes"

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jueves, 23 de diciembre de 2010

¡ Un Niño nos ha nacido ! - Saludo Navideño

Creo que no soy el único preocupado por el acelerado ritmo que se nota en éstos días cercanos a la Navidad. Tantos compromisos "sociales", tantas cenas y reuniones que cada vez son menos sentidas y más superficiales. Y es que aunque ganas nos faltan, como que no se puede dejar de cumplir, para no "quedar mal".

Cuidado y caemos en la trampa y terminamos tomándole fastidio a una fiesta tan importante. No es necesario hacer tanto y aunque no podamos por ahora generar un cambio social, si que podemos empezar por nuestra casa. Olvidemos lo menos importante y démosle espacio a lo que verdaderamente cuenta: estar con Dios y estar en familia.

Que este tiempo nos ayude a revalorizar la amistad y el amor que Dios nos ha regalado y que viene demostrado en la Encarnación de su Hijo. Ese niño es el milagro más grande de la historia, que nos enseña lo importante de un Dios que nace en una familia. No te lo pierdas, no desaproveches ese regalo que tienes en la Iglesia, que tienes en tu hogar.Les deseo, aún a la distancia, con toda la fuerza de mi corazón, una Santa Navidad.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Grandes Catequistas - De los sermones de San Ambrosio, obispo.

VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

Cuando el ángel reveló a María los misterios recónditos de Dios, para fortificar la fe con un ejemplo, habló a la Virgen de la maternidad de una mujer ya anciana y estéril; con ello le quiso demostrar que para Dios no hay nada imposible.

Al oír María este anuncio, llena de gozo y sin demora, partió hacia las montañas, no porque dudara de las palabras del ángel ni porque estuviera incierta de la veracidad del hecho ni porque vacilara ante la realidad del ejemplo, sino porque se sentía impulsada por el deseo de cumplir un deber de piedad, anhelante de prestar sus servicios y presurosa por la intensidad de su alegría.

María es la primera misionera y catequista.
Llena ya totalmente de Dios, ¿a dónde podía dirigirse María con prisa sino hacia las alturas? En efecto, la gracia del Espíritu Santo ignora la lentitud. Los beneficios de María y los dones de la presencia del Señor se manifestaron en seguida, pues, así que Isabel oyó el saludo de María, su criatura saltó de gozo en su seno y ella quedó llena del Espíritu Santo.

Considera la precisión y exactitud de cada una de las palabras: Isabel fue la primera en oír la voz, pero Juan fue el primero en experimentar la gracia, porque Isabel escuchó según las facultades de la naturaleza, pero Juan, en cambio, se alegró a causa del misterio. Isabel sintió la proximidad de María, Juan la del Señor; la mujer oyó la salutación de la mujer, el hijo sintió la presencia del Hijo; ellas proclaman la gracia, ellos, viviéndola interiormente, logran que sus madres se aprovechen de este don hasta tal punto que, con un doble milagro, ambas empiezan a profetizar por inspiración de sus propios hijos.

El niño saltó de gozo y la madre fue llena del Espíritu Santo, pero no fue enriquecida la madre antes que el hijo, sino que, después que fue repleto el hijo, quedó también colmada la madre. Juan salta de gozo y María se alegra en su espíritu. En el momento que Juan salta de gozo, Isabel se llena del Espíritu, pero, sí observas bien, de María no se dice que fuera llena del Espíritu, sino que se afirma únicamente que se alegró en su espíritu (pues en ella actuaba ya el Espíritu de una manera incomprensible); en efecto: Isabel fue llena del Espíritu después de concebir; María, en cambio, lo fue ya antes de concebir, porque de ella se dice: Dichosa tú que has creído.

Pero también vosotros sois dichosos porque habéis oído y creído, pues todo el que cree, como María, concibe y da a luz al Verbo de Dios y proclama sus obras.

Que resida, pues, en todos el alma de María, y que esta alma proclame la grandeza del Señor; que resida en todos el espíritu de María, y que este espíritu se alegre en Dios; porque, si bien según la carne hay sólo una madre de Cristo, según la fe Cristo es fruto de todos nosotros, pues todo aquel que se conserva puro y vive alejado de los vicios, guardando íntegra la castidad, puede concebir en sí la Palabra de Dios.

El que alcanza, pues, esta perfección proclama, como María, la grandeza del Señor y siente que su espíritu, también como el de María, se alegra en Dios, su salvador; así se afirma también en otro lugar: Proclamad conmigo la grandeza del Señor.

El Señor es engrandecido ciertamente, pero no en el sentido de que reciba por medio de nuestras palabras algo que a él le faltaba, sino porque con estas palabras él queda engrandecido en nosotros. En efecto, porque Cristo es la imagen de Dios, cuando alguien actúa con piedad y con justicia engrandece la imagen de Dios -pues todo hombre ha sido creado a su imagen y semejanza- y, al engrandecer esta imagen, también él queda engrandecido por una mayor participación de la grandeza divina.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Aprendiendo de Don Manuel - Más rápidos que el demonio

LA PRISA DEL DEMONIO EN TOMAR POSESIÓN DEL ALMA DE LOS NIÑOS

Muchos que prefieren retrasar el momento de la primera comunión de los niños ponen como argumento el peligro de las comuniones sacrílegas. Se afirma en este caso que al ser tan pequeños recibirían muchas veces la comunión sin estar realmente en gracia de Dios, quizás por falta de preparación o por tener una conciencia poco formada que daría como resultado que se acerquen a comulgar en pecado osea que cometerían sacrilegio.

"A los que aún andan afanados e inquietos con escrúpulos y vacilaciones sobre las comuniones prematuras de los niños y se empeñan en exigirles tantos y más cuantos años de edad y grados de cultura religiosa para que se preparen bien y no cometan sacrilegios, les diré lo que mi experiencia ministerial me viene enseñando." (Beato Manuel)

El Beato Manuel afirma que el problema no es la edad, pues la misma experiencia nos muestra como a más edad, menos inocencia y por tanto mayor malicia. Creo que esto lo hemos visto todos: padre, educadores, sacerdotes y catequistas. El niño mientras más pequeño es más puro, más sincero y muestra una sensibilidad profunda para todo lo espiritual. Basta que en casa se viva la fe y la piedad cristiana, para que el pequeño absorba como esponja la vivencia religiosa familiar.

"De entre los miles de niños y niñas que he tratado, no conozco un solo caso de sacrilegio, aún material, por falta de años o de cultura y en cambio conozco muchos, muchísimos casos de primera comunión sacrílega de niños y sobre todo niñas, por sobra de malicia, verdaderamente iverosímil, en tan menudas edades."(Beato Manuel)

De ahí que nuestro amor a Jesús Sacramentado que nos pidió que dejáramos a los niños ir a Él , nos tiene que mover a buscar caminos para adelantar el día de la primera Comunión. Lo primero es motivar a los padres de familia a iniciar cuánto antes la educación en la fe de sus hijos. Deben de ser parte de las oraciones que se hacen en casa, participar de la Misa dominical (aunque hagan "trastadas") y hablarles de Dios en cada oportunidad posible. Como decía San Pablo "a tiempo y a destiempo". Nosotros como catequistas hemos de ir creando espacios en nuestras parroquias donde desde pequeñitos los acompañemos en el proceso. Ya en muchas partes se hace la "Catequesis Maternal", la "Iniciación Cristiana", la "Pre-catequesis", incluso se puede aprovechar la experiencia de la "Infancia Misionera". Todo siempre con el mismo objetivo: lograr tenerlos listos para comulgar cuánto antes.

"Por eso con toda mi autoridad de obispo y toda mi pena de amigo de Jesús entristecido por sacrilegios de niños y de niñas, digo a los párrocos, padres, maestros y catequistas: “Daos prisa, daos prisa en llevar a vuestros niños a comulgar." (Beato Manuel)

Hay una guerra que se combate y es contra el demonio. Dicen que el "factor sorpresa" suele dar como resultado la victoria. Este sería el caso de ganar porque llegamos primero. No es buena idea dejar pasar el tiempo en lo que a vivir en gracia se refiere. Así como es aconsejable bautizar al niño cuánto antes, también lo es no perder el tiempo en cuánto a la confesión y la comunión se refiere. Si a los siete años se considera que ya pueden cometer pecado, puesto que gozan ya de uso de razón, hay que ayudarles a recuperar la gracia que pierden. No es correcto dejarlos pasar tres años de su vida sin la gracia de Dios. La idea no es acortar la catequesis y que quede muy claro, que mientras más larga mejor, pero sí que podemos iniciarla más temprano y tenerlos preparados para comulgar a los siete años de edad. El peligro de comuniones sacrílegas nos existe, no serán más que cuando comulgan a los 10 años de edad. Y creo por mi experiencia, que probablemente serán menos.

"Educadores y guías de los niños ¡no os dejéis ganar en prisa por el demonio!" (Beato Manuel)

Animo que si nos unimos y ponemos los medios, pronto estaremos logrando un gran cambio. No podemos dejar de lado que son muchos los que promueven la Comunión temprana, entre ellos Benedicto XXVI. Así que a seguir empujando la propuesta y a generar los espacios de catequesis necesarios.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

miércoles, 8 de diciembre de 2010

En la Solemnidad de María Inmaculada - De las Oraciones de san Anselmo, obispo

¡OH VIRGEN, POR CUYA BENDICIÓN QUEDA BENDECIDA TODA LA NATURALEZA!

El cielo, los astros, la tierra, los ríos, el día, la noche, y todo lo que se halla sometido al poder y al servicio del hombre, se congratulan, Señora, porque, habiendo perdido su antigua nobleza, ahora han sido en cierto modo resucitados por ti y dotados de una gracia nueva e inefable.

Porque todas estas cosas estaban como muertas, al haber perdido su congénita dignidad de servir al dominio y utilidad de los que alaban a Dios, que para eso habían sido creadas; estaban oprimidas y afeadas por el abuso de los que servían a los ídolos, para los cuales no habían sido creadas. Ahora se alegran como si hubieran vuelto a la vida, porque ya vuelven a estar sometidas al dominio de los que confiesan a Dios, y embellecidas por su uso natural.

Y el Espíritu de Dios te cubrirá con su sombra
Es como si hubiesen saltado de alegría por esta gracia nueva e inapreciable, al sentir que el mismo Dios, su mismo creador, no sólo reinaba sobre ellas de un modo invisible, sino que incluso lo vieron en medio de ellas, santificándolas visiblemente con su uso. Estos bienes tan grandes provinieron a través del fruto bendito del vientre sagrado de la Virgen María.

Por tu plenitud de gracia, lo que estaba en el país de los muertos se alegra al sentirse liberado, y lo que está por encima del mundo se alegra al sentirse restaurado.
En efecto, por el glorioso Hijo de tu gloriosa virginidad, todos los justos que murieron antes de la muerte vivificante de Cristo se alegran al verse libres de su cautividad, y los ángeles se congratulan por la restauración de su ciudad medio en ruinas.

¡Oh mujer llena y rebosante de gracia, con la redundancia de cuya plenitud rocías y haces reverdecer toda la creación! ¡Oh Virgen bendita y desbordante de bendiciones, por cuya bendición queda bendecida toda la naturaleza, no sólo la creatura por el Creador, sino también el Creador por la creatura!

Dios, a su Hijo, el único engendrado de su seno igual a sí, al que amaba como a sí mismo, lo dio a María; y de María se hizo un hijo, no distinto, sino el mismo, de suerte que por naturaleza fuese el mismo y único Hijo de Dios y de María. Toda la naturaleza ha sido creada por Dios, y Dios ha nacido de María. Dios lo creó todo, y María engendró a Dios. Dios, que hizo todas las cosas, se hizo a sí mismo de María; y de este modo rehizo todo lo que había hecho. El que pudo hacer todas las cosas de la nada, una vez profanadas, no quiso rehacerlas sin María.

Dios, por tanto, es padre de las cosas creadas y María es madre de las cosas recreadas. Dios es padre de toda la creación, María es madre de la universal restauración. Porque Dios engendró a aquel por quien todo fue hecho, y María dio a luz a aquel por quien todo fue salvado. Dios engendró a aquel sin el cual nada en absoluto existiría, y María dio a luz a aquel sin el cual nada sería bueno.

En verdad el Señor está contigo, ya que él ha hecho que toda la naturaleza estuviera en tan gran deuda contigo y con él.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Para los que se creyeron lo del 2012 - De San Efren diácono

ESTAD PREPARADOS, CRISTO VENDRÁ NUEVAMENTE

Creo que mucha gente todavía sigue convencida de que cualquiera puede presagiar cuando será el día del Juicio final. Recuerdo toda la ansiedad que causó la llegada del año 2000. Muchísimos estaban convencidos de que sería ese el último día, y de eso han pasado 10 años. Ahora nos quieren asustar diciendo que será en el 2012, según ellos por alguna "profecía maya". Les comparto esta catequesis de un santo diácono, como para que no se dejen alarmar y puedan también animar a sus catequizandos. Aprovechemos el adviento para prepararnos, sin miedo y con esperanza.
"Para que los discípulos no le preguntaran sobre el tiempo de su venida, Cristo les dijo: Por lo que se refiere a aquella hora, nadie sabe nada; ni los ángeles del cielo ni siquiera el Hijo. No toca a vosotros conocer el tiempo y la ocasión. Lo ocultó para que estemos prevenidos y para que cada uno de nosotros piense que ello puede tener lugar en su propio tiempo. Pues si Cristo hubiera revelado el día de su venida, ésta se hubiera tornado un acontecimiento indiferente y ya no sería un objeto de esperanza para los hombres de los distintos siglos. Dijo que vendría, pero no dijo cuándo, y por eso todas las generaciones y épocas lo esperan ansiosamente.

Aunque el Señor estableció las señales de su venida, sin embargo, en modo alguno conocemos con exactitud su término; pues estas señales aparecen de muy distintas maneras y pasan, y algunas de ellas todavía perduran. Con la última venida pasará algo semejante a lo que pasó con la primera.

Así como los justos y los profetas esperaron al Mesías pensando que se había de manifestar en su tiempo, también hoy cada uno de los cristianos desea que llegue ep sus propios días. Cristo no reveló el día de su venida, principalmente por esta razón: para que todos comprendieran que aquel a cuyo poder y dominio están sometidos los números y los tiempos no está sujeto al destino ni a la hora. Pero el que desde toda la eternidad había determinado este día y describió detalladamente las señales que lo precederían ¿ cómo podía ignorarlo? Por eso con aquellas palabras invitó a considerar sus señales, para que, desde entonces y para siempre, las generaciones de todos los siglos pensaran que su venida podría acontecer en su tiempo.

Estad en vela, porque cuando el cuerpo duerme es nuestra naturaleza la que domina y obramos no guiados por nuestra voluntad, sino por los impulsos de nuestra naturaleza. Y cUando un pesado sopor, por ejemplo, la pusilanimidad o la tristeza, domina al alma, ésta es dominada por el enemigo y, bajo los efectos de ese sopor, hace lo que no quiere. Los impulsos dominan a la naturaleza y el enemigo al alma.

Por lo tanto, el Señor recomendó al hombre la vigilancia de todo su ser: del cuerpo, para que evitara la somnolencia; del alma, para que evitara la indolencia y la pusilanimidad, como dice la Escritura: Despertaos, como conviene; y: Me levanté y estoy contigo; y también: No desfallezcáis. Por eso, investidos de este ministerio, no sentimos desfallecimiento."

lunes, 22 de noviembre de 2010

Grandes Catequistas - Del Opúsculo de Orígenes, presbítero, Sobre la oración

Una hermosa explicación de lo que significa aceptar aCristo como nuestro único Rey :
 
VENGA TU REINO

Si, como dice nuestro Señor y Salvador, el reino de Dios no ha de venir espectacularmente, ni dirán: «Vedlo aquí o vedlo allí», sino que el reino de Dios está dentro de nosotros, pues cerca está la palabra, en nuestra boca y en nuestro corazón, sin duda cuando pedimos que venga el reino de Dios lo que pedimos es que este reino de Dios, que está dentro de nosotros, salga afuera, produzca fruto y se vaya perfeccionando. Efectivamente, Dios reina ya en cada uno de los santos, ya que éstos se someten a su ley espiritual, y así Dios habita en ellos como en una ciudad bien gobernada. En el alma perfecta está presente el Padre, y Cristo reina en ella junto con el Padre, de acuerdo con aquellas palabras del Evangelio: Vendremos a fijar en él nuestra morada.
Este reino de Dios que está dentro de nosotros llegará, con nuestra cooperación, a su plena perfección cuando se realice lo que dice el Apóstol, esto es, cuando Cristo, una vez sometidos a él todos sus enemigos, entregue el reino a Dios Padre, para que Dios sea todo en todo. Por esto, rogando incesantemente con aquella actitud interior que se hace divina por la acción del Verbo, digamos a nuestro Padre que está en los cielos: Santificado sea tu nombre, venga tu reino.

Con respecto al reino de Dios, hay que tener también esto en cuenta: del mismo modo que no tiene que ver la justificación con la impiedad, ni hay nada de común entre la luz y las tinieblas, ni puede haber armonía entre Cristo y Belial, así tampoco pueden coexistir el reino de Dios y el reino del pecado.

Por consiguiente, si queremos que Dios reine en nosotros, procuremos que de ningún modo continúe el pecado reinando en nuestro cuerpo mortal, antes bien, mortifiquemos las pasiones de nuestro hombre terrenal y fructifiquemos por el Espíritu; de este modo Dios se paseará por nuestro interior como por un paraíso espiritual y reinará en nosotros él solo con su Cristo, el cual se sentará en nosotros a la derecha de aquella virtud espiritual que deseamos alcanzar: se sentará hasta que todos sus enemigos que hay en nosotros sean puestos por estrado de sus pies, y sean reducidos a la nada en nosotros todos los principados, todos los poderes y todas las fuerzas.

Todo esto puede realizarse en cada uno de nosotros, y el último enemigo, la muerte, puede ser reducido a la nada, de modo que Cristo diga también en nosotros: ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? Ya desde ahora este nuestro ser, corruptible, debe revestirse de santidad y de incorrupción, y este nuestro ser, mortal, debe revestirse de la inmortalidad del Padre, después de haber reducido a la nada el poder de la muerte, para que así, reinando Dios en nosotros, comencemos ya a disfrutar de los bienes de la regeneración y de la resurrección.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Firmes en la fe, caminamos hacia la JMJ en Madrid

Grandes Catequistas - De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos

Una excelente catequesis que nos ayuda a entender bien el día del Juicio Final. Seguro nos podrá servir cuando nos toque explicar a nuestros catequizandos las postimerías.

NO PONGAMOS RESISTENCIA A SU PRIMERA VENIDA, Y NO TEMEREMOS LA SEGUNDA


La misericordia va junto a la justicia
Aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra. Vino una primera vez, pero vendrá de nuevo. En su primera venida pronunció estas palabras que leemos en el Evangelio: Después de esto veréis al Hijo del hombre venir sobre las nubes. ¿Qué significa: Después de esto? ¿Acaso no ha de venir más tarde el Señor, cuando prorrumpirán en llanto todos los pueblos de la tierra? Primero vino en la persona de sus predicadores, y llenó todo el orbe de la tierra. No pongamos resistencia a su primera venida, y no temeremos la segunda.
 
¿Qué debe hacer el cristiano, por tanto? Servirse de este mundo, no servirlo a él. ¿Qué quiere decir esto? Que los que tienen han de vivir como si no tuvieran, según las palabras del Apóstol: Os digo esto, hermanos: el momento es apremiante. Queda como solución: que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la presentación de este mundo se termina. Quiero que os ahorréis preocupaciones. El que se ve libre de preocupaciones espera seguro la venida de su Señor. En efecto, ¿qué clase de amor a Cristo es el de aquel que teme su venida? ¿No nos da vergüenza, hermanos? Lo amamos y, sin embargo, tememos su venida. ¿De verdad lo amamos? ¿No será más bien que amamos nuestros pecados? Odiemos el pecado, y amemos al que ha de venir a castigar el pecado. Él vendrá, lo queramos o no; el hecho de que no venga ahora no significa que no haya de venir más tarde. Vendrá, y no sabemos cuándo; pero, si nos halla preparados, en nada nos perjudica esta ignorancia.
 
Aclamen los árboles del bosque. Vino la primera vez y vendrá de nuevo a juzgar a la tierra; hallará aclamándolo con gozo, porque ya llega, a los que creyeron en su primera venida.
 
Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. ¿Qué significan esta justicia y esta fidelidad? En el momento de juzgar reunirá junto a sí a sus elegidos y apartará de sí a los demás, ya que pondrá a unos a la derecha y a otros a la izquierda. ¿Qué más justo y equitativo que no esperen misericordia del juez aquellos que no quisieron practicar la misericordia antes de la venida del juez? En cambio, los que se esforzaron en practicar la misericordia serán juzgados con misericordia. Dirá, en efecto, a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del reino que está preparado para vosotros desde la creación del mundo. Y les tendrá en cuenta sus obras de misericordia: Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, y lo que sigue.
 
Y a los de su izquierda ¿qué es lo que les tendrá en cuenta? Que no quisieron practicar la misericordia. ¿Y a dónde irán? Id al fuego eterno. Esta mala noticia provocará en ellos grandes gemidos. Pero, ¿qué dice otro salmo? El recuerdo del justo será perpetuo. No temerá las malas noticias. ¿Cuál es la mala noticia? Id al fuego eterno que está preparado para el demonio y sus ángeles. Los que se alegrarán por la buena noticia no temerán la mala. Ésta es la justicia y la fidelidad de que habla el salmo.
 
¿Acaso, porque tú eres injusto, el juez no será justo? O, ¿porque tú eres mendaz, no será veraz el que es la verdad en persona? Pero, si quieres alcanzar misericordia, sé tú misericordioso antes de que venga: perdona los agravios recibidos, da de lo que te sobra. Lo que das ¿de quién es sino de él? Si dieras de lo tuyo sería generosidad, pero porque das de lo suyo es devolución. ¿Qué tienes que no hayas recibido? Éstas son las víctimas agradables a Dios: la misericordia, la humildad, la alabanza, la paz, la caridad. Si se las presentamos, entonces podremos esperar seguros la venida del juez que regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.
 

sábado, 13 de noviembre de 2010

Aprendiendo de Don Manuel - La Eucaristía y los niños

EL SECRETO DE DON MANUEL

Ya se abran dado cuenta que ser catequista no es tarea fácil y que cada reunión con los catequizandos, es una nueva aventura y un riesgo. Pero la misión del catequista no se agota en la reunión, nos toca atraerlos al catecismo, procurar que permanezcan en él y sobre todo que al finalizarlo, reciban los sacramentos con toda la devoción y especialmente el compromiso que les haga perseverar en la fe. Parece una carga imposible de soportar sobre nuestros hombros, pero sabemos que somos sólo instrumentos, que es Cristo quien hacer germinar y fructificar, de ahí que nos sea tan importante aprender el "secreto de Don Manuel":

"Para que nuestros catequizandos vengan primero sin codicias de pagos ni premios, atiendan y se enteren después y enterándose de la Doctrina, la amen y conviertan su letra en espíritu, sus ejemplos en normas y sus frutos en carácter formado de niños, sólidamente piadosos, para que en la catequesis se realice el encuentro dichoso y el reconocimiento mutuo de Jesús y sus niños, el resorte maravilloso, el secreto de los secretos, la vara mágica que lo produce es :
LA EUCARISTIZACIÓN DEL CATECISMO
A saber que cuanto diga, haga, dé, estudie y ore el catequista, tienda a despertar y desarrollar en el niño la fe viva, el gusto y el sentido de la Presencia real de Jesús en la sagrada Eucaristía. No conozco resorte pedagógico, ni ascético, ni social para hacer la vida de los niños y de los hombres y de los pueblos, buena, agradable, radiante de felicidad y santa como la fe viva, el gusto y el sentido de la Presencia real". (Beato Manuel)

Precisamente ayer me escribía una catequista desde el Ecuador pidiéndome ideas para poder hablarles a los pequeños justamente en vísperas de su Primera Comunión. Cierto es que en la última sesión no es que se puedan hacer milagros, pero estos consejos se pueden aplicar tanto al final, como al principio de nuestra catequesis.

Primero que nada hemos de presentar siempre a Jesús como una persona viva y actuante. No podemos crear en los niños la idea de que Jesús fue y se quedó en la historia. Sólo entendiendo que Jesús está vivo, podremos después enseñarles que está presente en la Eucaristía. Recordemos que para muchos hermanos nuestros Jesús sigue siendo un personaje de la historia universal, un ser abstracto al que se invoca o simplemente un gran líder que dejó un importante mensaje y una institución.

Luego ayudarles a comprender que ese Jesús Vivo les ha hecho el mayor de los bienes, salvándolos por su amor y por su Cruz. Y es esa Cruz de amor la que se actualiza en cada Misa. Les aseguro que una vez que van asimilando esa idea su actitud en las celebraciones litúrgicas cambia por completo. Pasar de ahí a hablarles de la presencia Eucarística no será tan difícil. He hecho muchas veces la experiencia y créanme que se nota una gran diferencia. Un niño que ha comprendido esto no sólo que recibirá bien su Primera Comunión, sino que deseará ardientemente recibirla.

No podemos olvidar nunca que en la catequesis no estamos presentando un mensaje, estamos presentando una persona y una persona viva. La fe que nuestros catequizandos recibieron en el bautismo, como virtud infusa, les hará posible creer en su presencia real en el Santísimo Sacramento.

"¡Eucaristizar! Perdonad la novedad de la palabra, pero no conozco otra que mejor exprese lo que hay que hacer con los niños para llevarlos al conocimiento, el amor e imitación del Corazón de Jesús y, os diré, hasta la santa chifladura por Él".(Beato Manuel)

Muchos hoy viven con la gran preocupación de los ataques, sobre todo doctrinales, que sufre nuestra fe. Yo estoy convencido de que la mejor Apologética es la Eucaristización de todos,  vivir una auténtica devoción eucarística, comenzando por nosotros mismos. Vayamos siempre delante del Sagrario y pongámos a sus pies nuestra tarea catiquistica y seguramente lograremos llevar también a nuestros catequizandos a vivir en comunión y comunicación con Jesús Sacramentado.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

martes, 9 de noviembre de 2010

Catequesis y Biblia - Balduino de Cantorbery, obispo

LA PALABRA DE DIOS ES VIVA Y EFICAZ

La palabra de Dios es viva, eficaz y tajante más que espada de dos filos. Los que buscan a Cristo, palabra, fuerza y sabiduría de Dios, descubren por esta expresión de la Escritura toda la grandeza, fuerza y sabiduría de aquel que es la verdadera palabra dé Dios y que existía ya antes del comienzo de los tiempos y, junto al Padre, participaba de su misma eternidad. Cuando llegó el tiempo oportuno, esta palabra fue revelada a los apóstoles, por ellos el mundo la conoció y el pueblo de los creyentes la recibió con humildad. Esta palabra existe, por tanto, en el seno del Padre, en la predicación de quienes la proclaman y en el corazón de quienes la aceptan.

Está palabra de Dios es viva, ya que el Padre le ha concedido poseer la vida en sí misma, como el mismo Padre posee la vida en sí mismo. Por lo cual hay que decir que esta palabra no sólo es viva, sino que es la misma vida, como afirma el propio Señor, cuando dice: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Precisamente porque esta palabra es la vida es también viva y vivificante; por esta razón está escrito: Lo mismo que el Padre resucita a los muertos, devolviéndoles la vida, así también el Hijo dispensa la vida a los que quiere. Es vivificante cuando llama a Lázaro del sepulcro, diciendo al que estaba muerto: Lázaro, sal fuera.

Cuando esta palabra es proclamada, la voz del predicador resuena exteriormente pero su fuerza es percibida interiormente y hace revivir a los mismos muertos, y su sonido engendra para la fe nuevos hijos de Abraham. Es, pues, viva esta palabra en el corazón del Padre, viva en los labios del predicador, viva en el corazón del que cree y ama. Y si de tal manera es viva, es también, sin duda, eficaz.

Es eficaz en la creación del mundo, eficaz en el gobierno del universo, eficaz en la redención de los hombres. ¿Qué otra cosa podríamos encontrar más eficaz y más poderosa que esta palabra? ¿Quién podrá contar las hazañas de Dios, pregonar toda su alabanza? Esta palabra es eficaz cuando actúa y eficaz cuando es proclamada; jamás vuelve vacía, sino que siempre produce fruto cuando es enviada.

Es eficaz y tajante más que espada de dos filos para quienes creen en ella y la aman. ¿Qué hay, en efecto, imposible para el que cree o difícil para el que ama? Cuando esta palabra resuena, penetra en el corazón del creyente como sise tratara de flechas de arquero afiladas; y lo penetra tan profundamente que atraviesa hasta lo más recóndito del espíritu; por ello se dice que es más tajante que una espada de dos filos, más incisiva que todo poder o fuerza, más sutil que toda agudeza humana, más penetrante que toda la sabiduría y todas las palabras de los doctos.

martes, 2 de noviembre de 2010

Grandes Catequistas - De los sermones de San Bernardo abad

Para explicar por qué veneramos a los santos :

APRESURÉMONOS HACIA LOS HERMANOS QUE NOS ESPERAN

¿De qué sirven a los santos nuestras alabanzas, nuestra glorificación, esta misma solemnidad que celebramos? ¿De qué les sirven los honores terrenos, si reciben del Padre celestial los honores que les había prometido verazmente el Hijo? ¿De qué les sirven nuestros elogios? Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra devoción. Es que la veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo. Por lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos, se enciende en mí un fuerte deseo.

El primer deseo que promueve o aumenta en nosotros el recuerdo de los santos es el de gozar de su compañía, tan deseable, y de llegar a ser conciudadanos y compañeros de los espíritus bienaventurados, de convivir con la asamblea de los patriarcas, con el grupo de los profetas, con el senado de los apóstoles, con el ejército incontable de los mártires, con la asociación de los confesores, con el coro de las vírgenes, para resumir, el de asociarnos y alegrarnos juntos en la comunión de todos los santos. Nos espera la Iglesia de los primogénitos, y nosotros permanecemos indiferentes; desean los santos nuestra compañía, y nosotros no hacemos caso; nos esperan los justos, y nosotros no prestamos atención.

Despertémonos, por fin, hermanos; resucitemos con Cristo, busquemos las cosas de arriba, pongamos nuestro corazón en las cosas del cielo. Deseemos a los que nos desean, apresurémonos hacia los que nos esperan, entremos a su presencia con el deseo de nuestra alma. Hemos de desear no sólo la compañía, sino también la felicidad de que gozan los santos, ambicionando ansiosamente la gloria que poseen aquellos cuya presencia deseamos. Y esta ambición no es mala, ni incluye peligro alguno el anhelo de compartir su gloria.

El segundo deseo que enciende en nosotros la conmemoración de los santos es que, como a ellos, también a nosotros se nos manifieste Cristo, que es nuestra vida, y que nos manifestemos también nosotros con él, revestidos de gloria. Entretanto, aquel que es nuestra cabeza se nos representa no tal como es, sino tal como se hizo por nosotros, no coronado de gloria, sino rodeado de las espinas de nuestros pecados. Teniendo a aquel que es nuestra cabeza coronado de espinas, nosotros, miembros suyos, debemos avergonzarnos de nuestros refinamientos y de buscar cualquier púrpura que sea de honor y no de irrisión. Llegará un día en que vendrá Cristo, y entonces ya no se anunciará su muerte, para recordarnos que también nosotros estamos muertos y nuestra vida está oculta con el. Se manifestará la cabeza gloriosa y, junto con él, brillarán glorificados sus miembros, cuando transfigurará nuestro pobre cuerpo en un cuerpo glorioso semejante a la cabeza, que es él.

Deseemos, pues, esta gloria con un afán seguro y total. Mas, para que nos sea permitido esperar esta gloria y aspirar a tan gran felicidad, debemos desear también en gran manera la intercesión de los santos, para que ella nos obtenga lo que supera nuestras fuerzas.

viernes, 22 de octubre de 2010

Aprendiendo de Don Manuel - El peligro del escándalo

EL ESCÁNDALO

Hace poco me contaba una señora de avanzada edad un detalle que la había acercado mucho al sacramento de la reconciliación y por lo tanto a su conversión. Estuvo muchos años lejos de la Iglesia y luego otros tantos con una participación muy relativa, sin comulgar, pues no quería confesarse. Hasta que un día vió como un sacerdote se confesaba y ese acto le movió el piso. Nunca se había puesto a pensar que quienes deben escuchar los pecados ajenos, también deben acusarse de los propios. Ese ejemplo le dió el impulso que le falta para volver a la gracia.

Los ejemplos arrastran. Sean éstos buenos o malos, tienen una fuerza mucho mayor que la de las palabras, por muy floridas que sean. Y eso en la pedagogía infantil tiene muchísimo peso.

"Trabajamos, dicen en una forma u otra, hasta más no poder, con nuestros niños para hacerlos cristianos, ilustrados y útiles a la religión, a la Patria, a sus familiares y a ellos mismos. Ése es nuestro afán, dicen; pero no es ésa nuestra cosecha". (Beato Manuel González)

Esta es la cantaleta de tantos catequistas y ha sido también la mía. Nos preparamos mucho, le dedicamos muchas horas a la planificación de la catequesis y ponemos por delante todas las más altas motivaciones. Sin embargo parece que todos nuestros esfuerzos caen en saco roto. Nuestros niños y jóvenes llegan al catecismo muchas veces arrastrando los pies y otras, aunque vengan deseosos, es poco lo que luego se traduce en vida, sobre todo en vida de piedad.

"El escándalo, que da a los niños y jóvenes la sociedad en que viven, roba y robará a Jesús almas, si los sacerdotes, padres y maestros no se dan con toda decisión e industria a iniciarlos y sostenerlos en una educación no sólo cristiana, sino sólidamente piadosa y eucarística". (Beato Manuel González)

Tenemos todo en contra. La sociedad de nuestro tiempo es todo menos cristiana e influye profundamente en nuestros catequizandos. Pero nosotros tenemos a Dios de nuestra parte y sabemos que Él obra a través de nosotros. Entónces ¿es que somos nosotros el problema?

"Algunos educadores creen que los niños no se dan cuenta.
¡Cuántas veces tratamos de excusarnos de la necesidad y obligación de hablar y obrar ejemplarmente delante de los pequeñuelos con esa salida! ¡Son tan chicos! ¡Todavía no se dan cuenta!
Padres, maestros, mayores de edad, tened en cuenta que los niños por muy pequeños que sean y más, mientras más inocentes, tienen un espíritu o instinto de observación que les hace reparar en lo que las mismas personas mayores no reparan y por consiguiente que debemos estar delante de ellos como si estuviéramos delante de una cámara fotográfica". (Beato Manuel González)

Es que así como fue el ejemplo del sacerdote lo que marcó la diferencia en la vida de aquella mujer, será nuestro ejemplo el que fertilice la simbra del catecismo. Nuestros catequizandos, sean niños, jóvenes o adultos, aprenderán de nuestro ejemplo. Hemos de cuidar detalles como la oración que hacemos en la reunión. Que ellos nos vean devotos, que no sea simplemente un paso dentro del programa, que sea de verdad un momento de diálogo con Jesús. Que nos vean comulgar en la Misa Dominical que compartimos con ellos. Ojalá y hasta que nos vean confesarnos. Así les daremos ejemplo de vida de piedad.

Más todavía, nuestra forma de ser debe ser la de un discípulo de Cristo. Que realmente se sientan acogidos por nosotros. Que vean en nuestra preocupación no sólo el deseo de que se sientan bien para que no abandonen la catequesis, sino nuestro compromiso de ayudarles a alcanzar la salvación eterna.

Recordemos que ellos todo lo ven y lo aprenden. Podemos escandalizarlos si no estamos atentos, pues nuestros malos ejemplos o nuestra tibieza espiritual, harán un daño grave a sus almas. Mientras que con nuestro testimonio haremos fructificar todo el esfuerzo catequético realizado.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

(Dichos, hechos y lecciones, beato Manuel González)

sábado, 16 de octubre de 2010

sábado, 9 de octubre de 2010

Del primer Conmonitorio de San Vicente de Lerins, presbítero .

PARA EXPLICAR LO QUE SON LOS DOGMAS DE FE

¿Es posible que se dé en la Iglesia un progreso en los conocimientos religiosos? Ciertamente que es posible y la realidad es que este progreso se da.

En efecto, ¿quién envidiaría tanto a los hombres y sería tan enemigo de Dios como para impedir este progreso? Pero este progreso sólo puede darse con la condición de que se trate de un auténtico progreso en el conocimiento de la fe, no de un cambio en la misma fe. Lo propio del progreso es que la misma cosa que progresa crezca y aumente, mientras lo característico del cambio es que la cosa que se muda se convierta en algo totalmente distinto. Es conveniente, por tanto, que, a través de todos los tiempos y de todas las edades, crezca y progrese la inteligencia, la ciencia y la sabiduría de cada una de las personas y del conjunto de los hombres, tanto por parte de la Iglesia entera, como por parte de cada uno de sus miembros.

Pero este crecimiento debe seguir su propia naturaleza, es decir, debe estar de acuerdo con las líneas del dogma y debe seguir el dinamismo de una única e idéntica doctrina. Que el conocimiento religioso imite, pues, el modo como crecen los cuerpos, los cuales, si bien con el correr de los años se van desarrollando, conservan, no obstante, su propia naturaleza. Gran diferencia hay entre la flor de la infancia y la madurez de la ancianidad, pero, no obstante, los que van llegando ahora a la ancianidad son, en realidad, los mismos que hace un tiempo eran adolescentes. La estatura y las costumbres del hombre pueden cambiar, pero su naturaleza continúa idéntica y su persona es la misma.

Los miembros de un recién nacido son pequeños, los de un joven están ya desarrollados; pero, con todo, el uno y el otro tienen el mismo número de miembros. Los niños tienen los mismos miembros que los adultos y, si algún miembro del cuerpo no es visible hasta la pubertad, este miembro, sin embargo, existe ya como en embrión en la niñez, de tal forma que nada llega a ser realidad en el anciano que no se contenga como en germen en el niño.

No hay, pues, duda alguna: la regla legítima de todo progreso y la norma recta de todo crecimiento consiste en que, con el correr de los años, vayan manifestándose en los adultos las diversas perfecciones de cada uno de aquellos miembros que la sabiduría del Creador había ya preformado en el cuerpo del recién nacido.

Porque si aconteciera que un ser humano tomara apariencias distintas a las de su propia especie, sea porque adquiriera mayor número de miembros, sea porque perdiera alguno de ellos, tendríamos que decir que todo el cuerpo perece o bien que se convierte en un monstruo o, por lo menos, que ha sido gravemente deformado. Es también esto mismo lo que acontece con los dogmas cristianos: las leyes de su progreso exigen que éstos se consoliden a través de las edades, se desarrollen con el correr de los años y crezcan con el paso del tiempo.

Nuestros mayores sembraron antiguamente en el campo de la Iglesia semillas de una fe de trigo; sería ahora grandemente injusto e incongruente que nosotros, sus descendientes, en lugar de la verdad del trigo legáramos a nuestra posteridad el error de la cizaña.

Al contrario, lo recto y consecuente, para que no discrepen entre sí la raíz y sus frutos, es que de las semillas de una doctrina de trigo recojamos el fruto de un dogma de trigo; así, al contemplar cómo a través de los siglos aquellas primeras semillas han crecido y se han desarrollado, podremos alegrarnos de cosechar el fruto de los primeros trabajos.

Conocer a los ángeles

lunes, 4 de octubre de 2010

Una catequesis de Comunión y Conversión

Días atrás publiqué una reflexión sobre el valor de la comunión temprana. Hoy leyendo el libro "Dichos, hechos y lecciones", del Beato Manuel González, encontré una anécdota que me parece digna de ser conocida por todo catequista. El protagonista es un niño de apenas cinco años, que había ya recibido a Jesús Eucaristía. Léanla con cuidado y a continuación les dejo un comentario.

“Recreábame días pasados recibiendo las deliciosas confidencias de un feliz comulgante de cinco años, vivo, gracioso y penetrante.
-Oye (le decía yo entre serio y broma), ¿y aquellas mentirillas y rabietas y malos modos y caprichitos y respuestas de “no me da la gana” con gestos de vinagrillos?
Y con un semblante a la par grave, candoroso y humilde me dice recalcando cada palabra:
-¡Eso… era… antes! … ¡Cuando yo no comulgaba!
Os digo la verdad que la salida del chiquitín me supo a sermón, a sentencia, a reproche… ¡Que!, ¿no debiera nuestra comunión dividir nuestra vida en dos partes completamente distintas y opuestas?
¡Con que asombro se enterará ese niño, andando la vida, que no pocos de los que comulgan son los mismo que eran antes de comulgar …!
Chicos y grandes comulgantes, por honor y por justicia y por gratitud al Jesús Santísimo de nuestras comuniones , ¿vamos a ser después de cada una un poco más buenos de lo que éramos antes?

Cuántas veces nos hemos lamentado sobre ese divorcio entre la fe y la vida. Pero está claro que aquel niño había entendido que van unidas y que es Jesús Sacramentado quien hace posible esa unión. No podemos seguir siendo lo mismo después de comulgar porque en efecto ya no somos lo mismo. Recibir a Cristo implica un cambio profundo de nuestro ser, un cambio que inicia con la Primera Comunión y que se desarrolla con todas las que vienen después. Nos convertimos en otros cristos. Pero, como siempre Dios respeta nuestra libertad, y dependerá de nuestra docilidad a la gracia de Dios y las inspiraciones del Espíritu Santo.

Esa es una de las razones por la cual hemos de esmerarnos tanto en la catequesis. Una buena educación de la fe, una esmerada formación de esas almas que el Señor nos confía, harán una gran diferencia. Cada comunión será un paso más adelante en la tarea de la conversión.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

Caminando hacia Madrid 2011

lunes, 27 de septiembre de 2010

Grandes Catequistas - San Hilario, obispo

Sobre el Salmo 64, 14-15 : El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios.

La acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales, riegas los surcos, tu llovizna los deja mullidos. No cabe duda alguna de cuál sea la acequia a la que se refiere nuestro texto, pues el profeta dice de ella: El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios. Y el mismo Señor afirma en el Evangelio. En aquel que beba del agua que yo le dé, se convertirá ésta en manantial, cuyas aguas brotan para comunicar vida eterna. Y también: Quien crea en mí, como ha dicho la Escritura, brotarán de su seno torrentes de agua viva. Esto lo dijo del Espíritu Santo, que habían de recibir los que a él se unieran por la fe. Esta acequia de Dios va, pues, llena de agua. En efecto, el Espíritu Santo nos inunda con sus dones y así, por obra suya, la acequia de Dios, brotando del manantial divino, derrama agua abundante sobre todos nosotros.

Y además, tenemos también un manjar. ¿De qué manjar se trata? De aquel, sin duda, que ya en este mundo nos dispone para gozar de la comunión de Dios, por medio de la comunión del cuerpo de Cristo, comunión que nos prepara para tener nuestra parte en aquel lugar donde reina ya este santísimo cuerpo. Esto es precisamente lo que significan las palabras del salmo que siguen a continuación: Preparas los trigales, y los valles se visten de mieses; porque en realidad, aunque ya estemos salvados desde ahora por este alimento, con todo, él nos prepara también para la vida futura.

Para quienes hemos renacido por medio del santo bautismo este alimento constituye nuestro mayor gozo, pues él nos aporta ya los primeros dones del Espíritu Santo, haciéndonos penetrar en la inteligencia de los misterios divinos y en el conocimiento de las profecías; este alimento nos hace hablar con sabiduría, nos da la firmeza de la esperanza y nos confiere el don de curaciones. Estos dones nos van penetrando, y son como las gotas de una lluvia que va cayendo poco a poco para que luego demos fruto abundante.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Amar como tú amas, sentir como tú sientes Jesús

Ser Amigo y buscarle Amigos

Si alguien quiere alcanzar la meta debe primero tener muy claro cuál es esta y cómo llegar a ella. Quien ha decidido seguir la llamada al ministerio de la catequesis o a cualquier otro servicio dentro de la Iglesia debe saber bien cuál es el objetivo.

Tantos a la pregunta de por qué eres catequista suelen dar una infinidad de respuestas, la mayoría buenas e importantes. Lastimosamente casi todos hacen referencia a los catequizandos, pues son ellos y sobre todo los niños los que mueven a almas buenas a entregarse para educarlos en la fe. Algunos, un poco menos generosos, presentan como razón un gusto personal por la enseñanza o la satisfacción de poder servir a la Iglesia.

Insisto en que ninguna de esas razones son negativas, pero dejan algo que desear. La principal de nuestras razones debería de ser BUSCARLE AMIGOS A JESÚS. Y es que nadie puede ser más importante para nosotros que Cristo y por lo tanto es Él quien debe movernos a todo lo que hacemos, especialmente cuando se trata de transmitir su mensaje, servir en su Iglesia, en fin, darlo a conocer.

Cuando vemos a un hermano tenemos que ver en él un potencial amigo de Cristo, alguien a quien debemos llevar hacia Él. Y es ahí cuando hemos de utilizar todos los medios que tenemos a nuestro alcance, cuando hemos de poner todos nuestros carismas y capacidades en acción. Claro, cada quien de acuerdo a la llamada que ha recibido del mismo Cristo. Nosotros como catequistas a través de la educación en la fe, mostrando a quienes nos han sido encomendados, el camino que les llevará hacia el Señor y hacia una fructuosa recepción de los sacramentos.

Lo hacemos por amor a Jesús, porque es nuestro amigo y ha sido esa amistad la que nos ha hecho felices. Por lo tanto es lógico que sintamos este deseo irrefrenable de que los demás hagan la misma experiencia, sean amigos de Jesús. Pero nos debe de mover aún más que nuestro Jesús tenga más amigos, es decir que lo que nos mueve no es principalmente el amor al prójimo, sino el amor a Jesús nuestro Dios.

¡Que no llore Jesús Sacramentado más abandonos de hijos! (Beato Manuel González)

Hasta el Cielo

P. César Piechestein
elcuracatequista

jueves, 16 de septiembre de 2010

La importancia y los efectos de la Comunión Temprana

Mucho se ha discutido sobre cuando a que edad se debe recibir la primera comunión. Grandes papas como San Pío X, Juan Pablo II y el mismo Benedicto XVI, han promovido la comunión temprana. Sin embargo poco se ha hecho para practicar esto, que ha traído frutos abundantes en aquellos que han podido recibir esta gracia, casi al mismo tiempo en que iniciaba su uso de razón y por tanto su conciencia de pecado.

Yo doy mi testimonio. Hasta el día de hoy no ha existido un día más grandioso en mi vida, que el de mi primera comunión. Aunque contaba con apenas siete años de edad, lo recuerdo como si fuese ayer y dejó en mi una marca imborrable.

Muchos son los argumentos que separan a los niños de la comunión temprana. Se dice que es necesario que sepan leer, que hay que enseñarles mucho, pues en casa poco o nada aprenden de religión, que si son muy pequeños no se toman en serio la catequesis, etc. Quienes enarbolan estos argumentos, según mi opinión, nunca han catequizado a pequeños de cinco o seis años.

En mi experiencia como catequista, he catequizado desde niños de apenas tres años, hasta adultos de ochenta y ciertamente no se puede enseñar de la misma manera a un infante que a un adulto mayor. Pero todos son capaces de aprender y en cada etapa hay ventajas y dificultades a la hora de aprender. Al final todos aprenden, es el catequista quien debe adecuarse al catequizando.

Los infantes aprenden tanto como cualquiera y su inocencia les hace ser aún más dóciles a las verdades de la fe. Son extremadamente sensibles a lo espiritual y, con una buena catequesis, pronto arden en deseos de recibir a Jesús Sacramentado. Según las normas de la Iglesia, para comulgar basta con distinguir el Pan Consagrado, del pan común. Y créanme que un niño de seis años, después de una catequesis completa, lo entiende tan bien como cualquiera.

Pero la principal razón, a mi parecer, es que siempre será una pérdida grande el dejar a un niño desprovisto de la gracia. Una vez que se alcanza el uso de razón (antes se decía a partir de los 7 años, hoy se adelanta hasta los 6, algunos dicen 5 años) el niño tiene conciencia de pecado. por tanto es capáz de pecar y por tanto de perder la gracia. Si dejamos a este niño sin la posibilidad de recibir los sacramentos hasta cumplir los 10 años, lo hemos costreñido a vivir tres años desprovisto de la gracia de Dios. A continuación cito el pensamiento de un gran santo:

"Y los niños ? ¿Cómo le consuelan al Corazón de Jesús las Comuniones ingenuas y limpias de los niños!
¡Que pena nos ha dado el saber que en algunos pueblos o parroquias por la escasez o la enfermedad o la vejez de los sacerdotes, los niños tienen que contentarse con visitar al Señor sin recibirlo, porque no encuentran quien los confiese! Y ya que de comunión de niños hablamos, aprovechamos la ocasión para dirigir un ruego con todo el interés de nuestro corazón a los buenos maestros católicos de nuestra diócesis, religiosos y seglares, a saber: Que siembren en el alma de sus alumnos muchas Hostias Consagradas ... Mientras más abundante y prematura sea esa siembra, más arraigada quedarán en esas almas las otras siembras de sus buenas enseñanzas. No, no quisiéramos que se contentaran con la comunión anual, ni aún con la mensual, sino que se tendiera a la semanal, sin parar hasta llegar a la diaria." ( Beato Manuel González, Artes para ser Apóstol)

Por qué entónces esperar innecesariamente, pudiendo comenzar la catequesis tempranamente y permitirles recibir la comunión a los siete años o incluso antes. Basta que se los prepare convenientemente.

Ojalá esta reflexión nos anime a preparar mejor a nuestros niños, a no alejarlos del Sacramento demorando su recepción. Cristo dijo "Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis".
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

viernes, 10 de septiembre de 2010

Grandes Catequistas - Beato Isaac, abad

CRISTO NADA QUIERE PERDONAR SIN LA IGLESIA

Hay dos cosas que corresponden exclusivamente a Dios: el honor de recibir la confesión y el poder de perdonar los pecados. Por ello nosotros debemos manifestar a Dios nuestra confesión y esperar su perdón. Sólo a Dios corresponde el perdonar los pecados, por eso, sólo a él debemos confesar nuestras culpas. Pero, así como el Señor todopoderoso y excelso se unió a una esposa insignificante y débil -haciendo de esta esclava una reina y colocando a la que estaba bajo sus pies a su mismo lado, pues de su lado, en efecto, nació la Iglesia y de su lado la tomó como esposa-, y así como lo que es del Padre es también del Hijo y lo que es del Hijo es también del Padre -a causa de la unidad de naturaleza de ambos-, así, de manera parecida, el esposo comunicó todos sus bienes a aquella esposa a la que unió consigo y también con el Padre. Por ello, en la oración que hizo el Hijo en favor de su esposa, dice al Padre: Quiero, Padre, que, así como tú estás en mí y yo en ti, sean también ellos una cosa en nosotros.

El esposo, por tanto, que es uno con el Padre y uno con la esposa, destruyó aquello que había hallado menos santo en su esposa y lo clavó en la cruz, llevando al leño sus pecados y destruyéndolos por medio del madero. Lo que por naturaleza pertenecía a la esposa y era propio de ella lo asumió y se lo revistió, lo que era divino y pertenecía a su propia naturaleza lo comunicó a su esposa. Suprimió, en efecto, lo diabólico, asumió lo humano y le comunicó lo divino, para que así, entre la esposa y el esposo, todo fuera común. Por ello el que no cometió pecado ni le encontraron engaño en su boca pudo decir: Misericordia, Señor, que desfallezco. De esta manera participa él en la debilidad y en el llanto de su esposa y todo resulta común entre el esposo y la esposa, incluso el honor de recibir la confesión y el poder de perdonar los pecados; por ello dice: Ve a presentarte al sacerdote.
La Iglesia, pues, nada puede perdonar sin Cristo, y Cristo nada quiere perdonar sin la Iglesia. La Iglesia solamente puede perdonar al que se arrepiente, es decir, a aquel a quien Cristo ha tocado ya con su gracia. Y Cristo no quiere perdonar ninguna clase de pecados a quien desprecia a la Iglesia. Por lo tanto, no debe separar el hombre lo que Dios ha unido. Gran misterio es éste; pero yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.

No te empeñes, pues, en separar la cabeza del cuerpo, no impidas la acción del Cristo total, pues ni Cristo está entero sin la Iglesia ni la Iglesia está íntegra sin Cristo. El Cristo total e íntegro lo forman la cabeza y el cuerpo, por ello dice: Nadie ha subido al cielo, sino el Hijo del hombre, que está en el cielo. Éste es el único hombre que puede perdonar los pecados.

viernes, 20 de agosto de 2010

Grandes Catequistas - Balduino de Cantorbery, obispo

Una profunda explicación sobre el Ave María que nos ayuda a entender mejor su significado. Seguro nos servirá para explicarla más claramente a nuestros catequizandos.

A la salutación angélica, con la que diariamente saludamos, con la devoción que nos es posible, a la santísima Virgen, acostumbramos a añadir: Y bendito es el fruto de tu vientre. Esta cláusula la añadió santa Isabel, después que la Virgen la hubo saludado, repitiendo las últimas palabras de la salutación angélica: Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. Este es el fruto del que dice Isaías: Aquel día el vástago del Señor será joya y gloria, fruto del país, honor y ornamento. Este fruto no es otro que el Santo de Israel, el cual es al mismo tiempo semilla de Abraham, vástago del Señor y flor que sube de la raíz de Jesé, fruto de vida del que hemos participado.

Bendito, ciertamente, en la semilla y bendito en el vástago, bendito en la flor, bendito en el don, bendito, finalmente, en la acción de gracias y en la confesión. Cristo fue semilla de Abraham y de David, según la carne.

Él fue el único entre todos los hombres que se vio colmado de toda bondad, ya que se le dio el Espíritu sin medida, de modo que sólo él pudo cumplir toda justicia. Su justicia, en efecto, bastó para todos los pueblos, según está escrito: Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos, ante todos los pueblos. Éste es el brote de justicia, adornado, para mayor abundancia, con la flor de la gloria. ¿Y qué gloria? La mayor que podamos imaginar o, mejor dicho, mayor que la que podamos imaginar. Un vástago, en efecto, subirá de la raíz de Jesé. ¿Hasta dónde? Hasta lo más alto, ya que Jesucristo está en la gloria de Dios Padre. Su majestad ha sido exaltada sobre los cielos, para que el vástago del Señor sea joya y gloria, y el fruto del país honor y ornamento.

¿Y cuál es el fruto que nosotros sacamos de este fruto? De este fruto bendito recibimos el fruto de bendición. De esta semilla, de este vástago, de esta flor, proviene el fruto de bendición que llega hasta nosotros; primeramente como semilla, por la gracia del perdón, después como brote, por el aumento de nuestra justicia, finalmente como flor, por la esperanza o la consecución de la gloria. Bendito, en efecto, por Dios y en Dios, esto es, para que Dios sea glorificado en él; bendito también para nosotros, para que benditos por él seamos glorificados en él, ya que, por la promesa hecha a Abraham, Dios le dio la bendición de todos los pueblos.

lunes, 5 de julio de 2010

Catequista y Comunidad

¿Por qué es necesario que el catequista esté integrado en una comunidad cristiana?


Esta es una pregunta que me han hecho varias veces. Parece obvio que un catequista como servidor de una comunidad sea también parte de una pequeña comunidad, donde caminar en el fe. Lamentablemente esto no se da en muchos casos y es por o tanto muy difícil que uno que no vive en comunidad, enseñe a otros la importancia de ser parte de una. Creo que esta es una de las razones por las que muchos de nuestros catequizandos "desaparecen" luego de recibir los sacramentos.

Cristo nos llama a todos a la santidad. Se dice rápido pero es una empresa que nos puede tomar toda la vida y no nos alcanzaría el tiempo si pretendemos hacerlo solos. Cabe aquí recordar el ejemplo de las piedras del río. La razón de que sean lisas y redonditas es que la fuerza del agua las empuja y hace chocar unas con otras, de manera que con el “proceso” se van limando sus asperezas y van tomando forma. El “proceso” es la clave, pues sin él no alcanzamos la santidad. Y es un “proceso” que no se puede hacer a solas, se necesitan otros que te conozcan y te quieran y que estén dispuestos a caminar contigo.

Razones hay un montón, pero voy a enumerar sólo unas pocas:
- Jesús formó una pequeña comunidad con sus doce discípulos. Con ellos caminó durante tres años. Fue un “proceso” que les ayudó a madurar, a aprender el mensaje de Jesús y sobre todo a amarlo profundamente (todos menos uno). Este primer núcleo es el modelo de la comunidad cristiana. Hay que reconocer que no siempre se llevaron muy bien, como cuando los hijos de Zebedeo pidieron los puestos principales, pero como las piedras del río, se fueron puliendo. Los Apóstoles formaron comunidades en los pueblos donde se predicaba la Palabra. No bastaba con creer y bautizarse, era necesario que la comunidad se reuniera a celebrar la Misa, a catequizar a los nuevos miembros, a organizarse para ayudar a los pobres, para visitar a los enfermos y encarcelados, etc. La comunidad se organizaba para todo esto, se mantenía unida para poder crecer y madurar.

- Nuestra Iglesia durante dos mil años ha seguido este “proceso”. Cada Iglesia o diócesis está dividida en parroquias, que a su vez se dividen en distintas pequeñas comunidades (grupos parroquiales o movimientos apostólicos). Así cada cristiano tiene un grupo limitado de personas con las que realizar el “proceso”. En tu pequeña comunidad puedes ser formado de manera más personal, pues te conocen. Si te conformas sólo con ser parte de una parroquia, serás uno más de los cientos o miles que la conforman. En tu comunidad sales del anonimato y te conviertes en un hermano.

- San Pablo es contundente cuando afirma que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo y que nosotros somos los miembros de este Cuerpo. No debemos separarnos del Cuerpo pues moriríamos. Así mismo en la pequeña comunidad somos distintos como los miembros de un cuerpo, pero funcionamos en comunión. Cada uno pone sus talentos y dones específicos al servicio de la comunidad. Unos son cantores, otros catequistas, otros animan la liturgia, etc. Pero no debemos confundir el ministerio con la comunidad. Mi ministerio me permite servir a la comunidad, pero no me exonera del “proceso”. Si me excluyo de la comunidad y me dedico sólo a la acción, al ministerio, nunca haré mi “proceso”. La comunidad es imprescindible como camino a la santidad.

Concluyo dándoles mi testimonio. Yo camino desde hace veinte años en una comunidad. No he alcanzado la santidad, pero la formación y lo poco que he avanzado en la vida cristiana ha sido gracias a mis hermanos en Cristo. En comunidad descubrí mi vocación al sacerdocio, por eso puedo afirmar que la comunidad es también necesaria para quien quiera descubrir su llamado. La mayoría de mis hermanos siguieron la vocación al matrimonio y hoy son hogares cristianos, Iglesias Domésticas. Y seguimos sirviendo a Dios en la evangelización.

Deseo de todo corazón que cada uno de ustedes haga la misma experiencia. Que descubran a Cristo en el hermano y que sean como las piedras del río. Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradecatequista

domingo, 30 de mayo de 2010

Piedad hostiocéntrica - Beato Manuel González


Sí, sí, la Eucaristía-Sacrificio y Comunión no es otra cosa o acción, o pormenor o modo de nuestra vida sobrenatural, sino esto sólo: Centro de ella.

Es decir, que desde el instante en que hemos recibido por el bautismo la gracia que nos hace miembros del Cuerpo Místico de Cristo, y por el uso de la razón, conocimiento de que tenemos en la tierra Misa y Comunión, si hay lógica y justicia e instinto de conservación entre los hombres, lo primero, lo urgente, lo culminante, lo esencial de cuanto hayamos de saber, querer, buscar y hacer, debería ser esto: asistir a Misa comulgando en ella … y lo demás de la vida, sea religiosa, social, familiar, individual, todo, todo lo demás en pos de eso y subordinado a eso, tomando la savia de su vivir de eso, y para decirlo con la frase gráfica que corresponde al nombre de comida que Jesús dio a la Comunión, ayudando a la digestión y a la asimilación de nuestra Hostia.

( tomado de "Mi Comunión de María")

viernes, 28 de mayo de 2010

Entrevista - Carmita Coronado

-Breves datos biográficos
Me llamo Gladys Carmita Coronado Núñez. Nací en Quito, un 24 de julio de 1951 en una familia católica, de clase media. Recibí educación en escuelas de franciscanas y de mercedarias; la secundaria ( Normal para formación de docentes) con salesianas, “María Auxiliadora” en Quito. Los estudios superiores en Pedagogía, Teología en la Universidad Católica; mi formación en Comunicación, Universidad Central de Quito y mi maestría en Comunicación, en la PUCE de Quito. El resto de formación en docencia universitaria y sus ramas en la Salesiana de Quito, donde soy docente en la carrera de Filosofía y Pedagogía, así como en Teología Pastoral. Mi camino docente empezó con niños de jardín de infantes. Me encanta la docencia, la música instrumental, las flores y los helados. Disfruto con los viajes y el contacto con la gente que conozco y de la cual aprendo mucho.

Me casé hace 32 años con Armando que también es comunicador social (radio y televisión); tenemos dos hijos: Daniel, que es ingeniero agrónomo, soltero; Mayra, artista que pinta, diseña, y es casada hace cinco años con Lucio(argentino) y de ese amor una niña hermosa, mi nieta llamada Yanúa Violeta con dos años cuatro meses. Mis hijos han sido y siguen siendo una gran motivación en mi vida (en la foto con Yanúa y Mayra)

-Sabemos que ha sido catequista desde muy joven . Podría contarnos cómo sintió su llamado a ser catequista
Mientras estuve con las salesianas, una de ellas picó mi corazón con una invitación a formarme como catequista; no me costó mucho responder y empezar un camino (tenía 16 años) que ha marcado mi vida y le ha dado un sentido, un norte y ha aportado para mi crecimiento como mujer, persona y sobre todo como cristiana. Cuando por esas cosas de Dios fui enviada al ICLA (Instituto Catequístico Latinoamericano) en Colombia, la experiencia de esos dos años de formación definieron lo que sería yo al servicio de los demás desde el ministerio de la catequesis. Ahora, desde el cargo en la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, no hago otra cosa sino acompañar a mis hermanos catequistas en su formación y sentido de su vida cristiana.

-Según su experiencia, ¿cuál sería la cualidad más importante que debe tener un catequista?
Una capacidad de entrega, sentir la necesidad de renovarse permanentemente, orar mucho, ser sencillo y humilde y con gran capacidad de apertura y escucha.

-¿Y el peor defecto?
Sentirse que ya sabe todo y estar por sobre los demás; subestimar a los otros.

-¿Cuál ha sido su mayor obstáculo en su tarea catequética?
Un buen tiempo fue mi enfermedad (ELA, esclerosis lateral amiotrópica) que me mantuvo mucho tiempo fuera de todo, pero a la vez, se constituyó en mi gran maestra para aprender a ser catequista.

-¿Qué piensa de los catequistas en nuestro país?
Siento mucha ternura; los veo cada vez con más ganas de formarse, de servir mejor a la iglesia desde sus hermanos; motivados por la catequesis; reconocen que no saben y quieren llenar ese vacío asistiendo a los cursos y jornadas; adquiriendo el material para su formación; aprendiendo cosas que en su vida habían visto. Son como niños, curiosos unos y otros asustados. También hay de los que creen que ya saben todo.

-¿Cuál es la mayor debilidad y la peor amenaza de la catequesis en Ecuador?
La mayor debilidad: falta de formación en sacerdotes, religiosos y religiosas en el campo catequético y como amenaza, el quemeimportismo de párrocos, su falta de coordinación y obediencia en el buen sentido, de las propuestas desde la Conferencia y el Magisterio, su falta de coherencia.

-¿Cuáles han sido los más recientes logros de la Pastoral Catequética?
La unificación del Proceso de Formación de los catequistas, en contenidos y en materiales para ello; otro sería, el trabajo en zonas, la organización en las jurisdicciones y los permanentes pedidos de formación y acompañamiento desde la Conferencia , departamento de Catequesis. Participación total de las jurisdicciones en los eventos y demás actividades que se programan. La Comisión Nacional funciona, en ella están todos los Responsables Diocesanos. Cursos de Biblia y Catequesis y ERE (Educación Religiosa Escolarizada).

-Nos podría contar cuáles son las nuevas iniciativas que emprenderá la Conferencia Episcopal Ecuatoriana en el área de la catequesis
Por un lado: se acabó de revisar los catecismos en todo su esquema pedagógico, doctrinal, diseño; el material está ya publicado. Está listo el Congreso de Catequesis para el mes de octubre. Se prepara el Encuentro Nacional para el 2011. Tendremos en Quito, las Jornadas de Catequesis de SCALA (Sociedad de Catequetas Latinoamericanos) con la participación y organización desde Catequesis. Fortalecer el trabajo de conjunto con otras pastorales: Jóvenes, Vocaciones, Misiones, Liturgia, Biblia. Con Liturgia, hemos preparado un material con el tema “Liturgia y Catequesis” para los cursos respectivos.

- Un mensaje para quienes son o quieren ser catequistas
Dar a Cristo desde mi propia experiencia lo hace sentir vivo, resucitado; anima a los indiferentes y motiva a los que no lo conocen. Entrega tu vida a su servicio, comunícalo a otros, compártelo. Que tu vida se desgaste por la extensión del Reino, acompaña a otros a hacerlo.
Con mucho cariño desde Ecuador.