"Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a todas las gentes"

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martes, 29 de marzo de 2011

Tips para el primer encuentro de catequesis - Tercera parte.

Desde el primer encuentro de catequesis tanto el catequista como el catequizando han de comprender el objetivo de la catequesis. La razón de ser de este ministerio en la Iglesia es dar a conocer a Jesús. Ciertamente no será un Jesús teórico sino personal y para lograr esta meta hemos de cultivar, ya desde el principio, la oración dentro de nuestros encuentros.

A orar se aprende orando y los encuentros nos ofrecen una oportunidad invaluable. No podemos descuidar el momento de la oración dentro de nuestro primer encuentro. Usualmente abrimos y cerramos nuestros encuentros con momentos de oración.

La oración inicial conviene que sea corta puesto que los catequizandos, sobre todo si apenas comienzan el proceso de catequesis, es probable que no estén acostumbrados. Lamentablemente esa es la realidad de muchas de nuestras comunidades, en casa se reza muy poco. Lo más conveniente sería introducir la oración con un canto, de preferencia uno que sea conocido por los catequizandos. Luego una pequeña oración espontánea por parte del catequista y un padrenuestro.

Al momento de la oración final si que podemos sacarle el jugo. Se puede motivar a los chicos a preparar una petición para Jesús o repasar un canto. Lo más importante es que dejemos suficiente tiempo para no tener prisa de concluir. La motivación será que los llevamos a visitar a Jesús, pues la oración será frente al Sagrario.

No creo que haga falta que se los diga, pero por las dudas les recuerdo que del Tabernáculo emana el amor del Santísimo. Es ahí donde nuestra catequesis recibe su fuerza sobrenatural, donde nuestras limitaciones son superadas y lo que hayamos sembrado en ellos, germinará. No podemos descuidar nunca este momento y menos aún en el primer encuentro.

Estoy seguro que tanto los chicos como el catequista recibirán muchas gracias haciendo bien este ratito de oración, o diríamos de adoración. No se olviden que la Eucaristía es fuente y cumbre de la Iglesia.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

miércoles, 23 de marzo de 2011

Grandes Catequistas - De las Homilías del Pseudo-Crisóstomo

LA ORACIÓN ES LUZ DEL ALMA

Nada hay mejor que la oración y coloquio con Dios, ya que por ella nos ponemos en contacto inmediato con él; y, del mismo modo que nuestros ojos corporales son iluminados al recibir la luz, así también nuestro espíritu, al fijar su atención en Dios, es iluminado con su luz inefable. Me refiero, claro está, a aquella oración que no se hace por rutina, sino de corazón; que no queda circunscrita a unos determinados momentos, sino que se prolonga sin cesar día y noche.

Conviene, en efecto, que la atención de nuestra mente no se limite a concentrarse en Dios de modo repentino, en el momento en que nos decidimos a orar, sino que hay que procurar también que cuando está ocupada en otros menesteres, como el cuidado de los pobres o las obras útiles de beneficencia u otros cuidados cualesquiera, no prescinda del deseo y el recuerdo de Dios, de modo que nuestras obras, como condimentadas con la sal del amor de Dios, se conviertan en un manjar suavísimo para el Señor de todas las cosas. Y también nosotros podremos gozar, en todo momento de nuestra vida, de las ventajas que de ahí resultan, si dedicamos mucho tiempo al Señor.

La oración es luz del alma, verdadero conocimiento de Dios, mediadora entre Dios y los hombres. Por ella nuestro espíritu, elevado hasta el cielo, abraza a Dios con abrazos inefables, deseando la leche divina, como un niño que, llorando, llama a su madre; por ella nuestro espíritu espera el cumplimiento de sus propios anhelos y recibe unos bienes que superan todo lo natural y visible.

La oración viene a ser una venerable mensajera nuestra ante Dios, alegra nuestro espíritu, aquieta nuestro ánimo. Me refiero, en efecto, a aquella oración que no consiste en palabras, sino más bien en el deseo de Dios, en una piedad inefable, que no procede de los hombres, sino de la gracia divina, acerca de la cual dice el Apóstol: Nosotros no sabemos pedir como conviene, pero el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos que no pueden ser expresados en palabras.

Semejante oración, si nos la concede Dios, es de gran valor y no ha de ser despreciada; es un manjar celestial que satisface al alma; el que lo ha gustado, se inflama en el deseo eterno de Dios, como en un fuego ardentísimo que inflama su espíritu.

Para que alcance en ti su perfección, pinta tu casa interior con la moderación y la humildad, hazla resplandeciente con la luz de la justicia, adórnala con buenas obras, como con excelentes láminas de metal, y decórala con la fe y la grandeza de ánimo, a manera de paredes y mosaicos; por encima de todo coloca la oración, como el techo que corona y pone fin al edificio, para disponer así una mansión acabada para el Señor y poderlo recibir como en una casa regia y espléndida, poseyéndolo por la gracia como una imagen colocada en el templo del alma.

viernes, 18 de marzo de 2011

Tips para el primer encuentro de catequesis - Segunda parte

Segundo “tip”: precaución con la actitud
Siguiendo en la línea del primer encuentro tenemos que pensar en al actitud. La tendencia más común es la de querer ganarse la simpatía de los catequizandos, pero muchas veces se lo hace en la manera incorrecta, lo que genera casi siempre problemas de disciplina que luego son difíciles de solucionar.

La tentación es querer de entrada ganar el cariño y la atención del grupo. Algunos utilizan el juego, las bromas y los regalos. Estos medios que pueden resultar efectivos más adelante, en los primeros encuentros producen el efecto contrario. Sobre todo con niños y adolescentes el resultado será la anarquía, puesto que no reconocerán ningún liderazgo en el catequista. Me ha tocado ver a catequistas llegar al punto de la desesperación cuando los catequizandos literalmente se le “suben a la cabeza”.

He visto frustrarse a muchos catequistas como consecuencia de esta experiencia. Muchos están convencidos de que el catequista debe ser percibido por el grupo como un amigo. Los argumentos que se utilizan son el de brindar confianza y el de generar comunión. Y cuando año tras año no lo consiguen, terminan renegando. Unos al verse incapaces de dirigir el grupo literalmente lo abandonan, o mantienen una catequesis muy desaprovechada. Otros se sienten forzados a cambiar de actitud y de amigos pasan a ogros, usando el miedo para dominar a sus “súbditos”.

Creo que la actitud más recomendable es la de una acogida serena, con una buena dosis de seriedad paternal. Desde el inicio la figura del catequista debe ser reconocida como la del líder. Es quien lleva el timón y por tanto debe ser escuchado y respetado por todos. Obviamente ese respeto se va ganando poco a poco, pero la actitud inicial cuenta mucho.

Los catequizandos deberán comprender que la confianza se la deben ganar a través de su buen comportamiento, mismo que deben percibir como una colaboración que prestan para el avance de todo el grupo. A medida que el catequista ve que avanzan en ese sentido, podrá ir dando más confianza y apertura. Creo, sin embargo, que más que un amigo el catequista deberá conservar la actitud de padre o de hermano mayor. Sólo al final de la catequesis se podría establecer una relación de amistad, no siendo ya necesaria la función de líder.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuracatequista

martes, 15 de marzo de 2011

Tips para el primer encuentro de catequesis - Primera parte

Nadie duda de la importancia del primer encuentro de catequesis. Yo personalmente no me limitaría sólo al primero, aunque la primera impresión siempre cuenta. Creo que los primeros encuentros definen mucho de la relación que surgirá entre los catequizandos y el catequista. De ahí la importancia de cuidar ciertos detalles que podrían ayudarnos a poner los mejores cimientos a nuestra labor catequética. Hoy quisiera sugerirles dos “tips”.

Primer “tip”: el nombre
El nombre de cada uno, cuenta mucho.
Muchos que saben de liderazgo y técnicas grupales afirman que no hay palabra que más nos guste oír que nuestro propio nombre. Es clave que el catequista encuentre la manera de conocer y aprender los nombres de cada uno de sus catequizandos. Si el grupo es muy numeroso o el catequista no tiene muy buena memoria, lo mejor será aprenderse el nombre de los “extremos”, es decir, de los más inquietos o de los demasiado quietos. Al saber el nombre de los inquietos les podrá llamar al orden. Sabiendo el de los demasiado quietos, al llamarlos por su nombre, les dará la confianza que les ayudará a irse desenvolviendo.

Lo usual es que los catequizandos no se conozcan entre sí y eso da cierta ventaja inicial al catequista. Seguramente un grupo en el cual sus miembros aún no tienen familiaridad será más fácil de “gobernar”. Normalmente uno es más cauto cuando se mueve en un nuevo ambiente. Parte del primer encuentro se debe utilizar en ayudarlos a conocerse, a través de las consabidas presentaciones. Existen varias dinámicas que nos pueden servir para el efecto. Es esencial que el catequista aproveche el momento para ir memorizando todos los datos que pueda de cada uno de sus discípulos, en especial el nombre. 

Si el caso es que los miembros del grupo ya se conocen entre sí, la cosa cambia un poco en desventaja para el “nuevo” que es el catequista. Esta experiencia no tan común me la tocó vivir justamente este año y déjenme decirles que aunque dificulta el inicio, luego se transforma en una ventaja. En este caso parece más recomendable poner un poco más de énfasis en la presentación del catequista. Seguro que un testimonio de fe o una anécdota con moraleja se mostrarán muy útiles. La presentación de los catequizandos podría ser a través del diálogo sobre sus expectativas sobre el nuevo año lectivo o sobre lo aprendido en la catequesis anterior. Siendo que entre ellos se conocen, no será difícil que compartan y dialoguen.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuracatequista

martes, 8 de marzo de 2011

Grandes Catequistas: Vivir la Cuaresma - De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios

CONVERTÍOS

Fijémonos atentamente en la sangre de Cristo y démonos cuenta de cuán valiosa es a los ojos del Dios y Padre suyo, ya que, derramada por nuestra salvación, ofreció a todo el mundo la gracia de la conversión.

Recorramos todas las etapas de la historia y veremos cómo en cualquier época el Señor ha concedido oportunidad de arrepentirse a todos los que han querido convertirse a él. Noé predicó la penitencia, y los que le hicieron caso se salvaron. Jonás anunció la destrucción a los ninivitas, pero ellos, haciendo penitencia de sus pecados, aplacaron la ira de Dios con sus plegarias y alcanzaron la salvación, a pesar de que no pertenecían al pueblo de Dios.

Los ministros de la gracia divina, inspirados por el Espíritu Santo, hablaron acerca de la conversión. El mismo Señor de todas las cosas habló también de la conversión, avalando sus palabras con juramento: Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta, añadiendo además aquellas palabras tan conocidas: Cesad de obrar mal, casa de Israel. Di a los hijos de mi pueblo: «Aunque vuestros pecados lleguen hasta el cielo, aunque sean como la grana y rojos como escarlata, si os convertís a mí de todo corazón y decís: "Padre", os escucharé como a mí pueblo santo que sois.»

Queriendo, pues, que todos los que él ama se beneficien de la conversión, confirmó aquella sentencia con su voluntad omnipotente.

Sometámonos, pues, a su espléndida y gloriosa voluntad, e, implorando humildemente su misericordia y benignidad, refugiémonos en su clemencia, abandonando las obras vanas, las riñas y la envidia, cosas que llevan a la muerte. Seamos, pues, hermanos, humildes de espíritu; abandonemos toda soberbia y altanería, toda insensatez, y pongamos por obra lo que está escrito, pues dice el Espíritu Santo: No se gloríe el sabio de su sabiduría, no se gloríe el fuerte de su fortaleza, no se gloríe el rico de su riqueza, quien se gloríe, que se gloríe en el Señor, buscándolo a él y obrando el derecho y la justicia, recordando sobre todo las palabras del Señor Jesús, con las que enseña la equidad y la bondad.

En efecto, él dijo: Sed misericordiosos y alcanzaréis misericordia; perdonad y seréis perdonados; como vosotros hagáis, así se os hará a vosotros; dad y se os dará; no juzguéis y no seréis juzgados; en la medida en que seáis benignos, experimentaréis la benignidad; con la medida con que midáis se os medirá a vosotros.

Ajustemos nuestra conducta a estos mandatos y así, obedeciendo a sus palabras, comportémonos siempre con toda humildad. Dice, en efecto, la palabra de Dios: En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.

De este modo, imitando las obras de tantos otros, grandes e ilustres, corramos de nuevo hacia la meta que se nos ha propuesto desde el principio y que es la paz; no perdamos de vista al que es Padre y Creador de todo el mundo, y tengamos puesta nuestra esperanza en la munificencia y exuberancia del don de la paz que nos ofrece.

Defendiendo la sacralidad de la vida

lunes, 7 de marzo de 2011

Entrevista a Kenia Ortíz (Ecuador)

1. Datos biográficos:
Antes de empezar con la entrevista, debo agradecer al P. César Piechestein por tomarme en cuenta y compartir mi experiencia con otras personas que al igual que yo se encuentran en los caminos del Señor sirviendo en la catequesis. Sin más preámbulo procedo a contestar sus preguntas.

Nací el 26 de enero de 1960 en Guayaquil, soy la segunda hija de mis padres, Samuel Enrique Ortiz Arias e Isabel Aracelly Freire Murillo, para mí es un gran orgullo que tengan 53 años de casados, en los actuales momentos y con toda la crisis de sociedad que vivimos esto es un triunfo, hoy ya no se dan estos matrimonios. Mi madre es el pilar fundamental en mi vida cristiana y sobre todo al amor a Cristo Eucaristía. 

Soy Lcda. en Pedagogía Terapéutica es decir, educo a niños con necesidades educativas especiales aunque ahora sólo trabajo esporádicamente en terapias individualizadas. Amo mi profesión. Dentro de mi trayectoria como profesional actualmente dirijo programas para niños especiales en Fe y Alegría Regional Sur, soy la encargada de la inclusión educativa en las escuelas de Fe y Alegría de esta regional que se encuentra en cinco provincias del Ecuador, tengo un diplomado en Educación Superior y actualmente estoy terminando una maestría en Gerencia y Liderazgo educacional y a la mitad de un diplomado en Pastoral Educativa. Hace 3 años pedí se me autorice ingresar como Misionera Eucarística Auxiliar.

2. Compártanos un poco de su trayectoria en la catequesis.
Me inicié en la catequesis a la edad de 24 años en la parroquia Nuestra Sra. de la Paz, mi formadora fue la maestra la Srta. Isabelita Quinde, ella me enseñó mucho de la catequesis. De los 26 años que llevo de catequista, sólo un año estuve fuera de ella y esto se debe a que cambié de domicilio, del sur me fui a vivir al norte de la ciudad, me tomé como un descanso además, no conocía a nadie en la parroquia “Niña María”, pero cuando fui a vivir a lo que hoy es mi actual domicilio comencé a asistir a Misa en el Santuario Nuestra Sra. de Alborada. Un día de esos en que iba meditando en el colectivo, le dije a Dios quiero que mi profesión sirva para algo (eso fue un miércoles) al domingo en Misa, el P. César Piechestein invitaba a las personas que se unieran a la catequesis y yo vi en esa invitación lo que Dios quería para mí, reanudar el servicio de catequista, estuve un año y medio en la parroquia, trabajé con la llamada pre catequesis, no había libros y se me pidió que recolectará datos para hacer un libro en el que pudiéramos guiarnos, con la ayuda de los demás catequistas se formó ese libro.

Luego el P. César lo cambiaron de parroquia pasó a Milagro y me llamó para colaborar con él en la catequesis, fue un reto porque el P. César me puso a coordinar pero como me enseñaron que a Dios no se le dice no, me puse a trabajar enseguida, formando a los catequistas sobre todo en técnicas metodologías de enseñanza, que es mi fuerte. Iniciamos con los catequistas de maternal. Posteriormente en el año 2004 cuando el P. César lo trasladaron a Guayaquil a la Parroquia San Esteban y como yo ya estaba viviendo en una comunidad de vida formada por el P. César y el movimiento Jarcia inicialmente, regresé a Guayaquil a continuar colaborando con el padre como coordinadora. 

Con sus padres y algunos catequistas
Empezamos a organizar la catequesis y se formó desde la catequesis maternal, pre catequesis (catequesis en los parques), catequesis especial, catequesis itinerante, catequesis de adultos y la catequesis formal. Debo de resaltar la tremenda visión que tiene el P. César con respecto a la catequesis especial, esta no había en Guayaquil o por lo menos no era muy conocida, a tal punto que Carmita Coronado Coordinadora General de la Catequesis de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana cuando se enteró de este trabajo me entrevisto e invito a colaborar para la realización de un libro sobre la catequesis especial, hoy ya publicado. En San Esteban se preparó a los catequistas, se dieron charlas tanto para coordinadores como para los demás, fue un duro trabajo pero se consiguió lo que se esperaba, y cuando creíamos que iba todo bien al P. César lo enviaron a Roma a estudiar, en el 2009. Fue terrible, éramos 103 catequistas en la Parroquia San Esteban, pues sólo quedamos 65, fue duro terminar ese año. 

Agradezco al P. Johny Vega, que es el actual párroco, por su confianza y por dejarme continuar como coordinadora general. El año 2010, se me diagnóstico una enfermedad catastrófica y tuve que abandonar la catequesis por 3 meses, durante ese tiempo estuvo apoyándome en la catequesis especial una gran mujer la Sra. Josefina Vásquez que aprendió como trabajar con niños especiales, gracias “Mami Josefina” como la llaman cariñosamente en la parroquia los catequistas. 

Retomé la catequesis cuando la misma estaba pasando por momentos de crisis, decidí evaluarla íntegramente para ver sus falencias, en eso colaboró el Grupo de Oración de la parroquia y el señor diácono Carlos Muñoz. Con la ayuda del P. Johny se ha podido reorganizarla, actualmente somos 41 catequistas, he preparado un programa de formación para catequistas basado en el “ser, saber y saber hacer”, creo que con la ayuda de Dios nos va a ir bien este año. 

Quiero agradecer a Juan Carlos Vélez, al Dr. José Carlos Cisneros y a Paola García por la ayuda que me están prestando en la organización de la catequesis ya que por mi estado de salud no puedo estar a diario en la parroquia. Se me olvidaba algo muy importante, en el año 2008 al P. César lo nombran encargado de formar a los catequistas de la Vicaría Sur de Guayaquil, ambos recolectamos información y formamos un libro llamado “Formación Introductoria para catequistas”, hoy ha sido designado libro oficial de formación para catequistas para todas las Vicarías de la Arquidiócesis de Guayaquil. Esto me llena de orgullo, no por el libro en sí, sino porque siento que Dios me tomó la palabra cuando le dije “Señor que mi profesión sirva para servirte”, de ahí que me preparo para formar a los catequistas de mi parroquia. Por todo esto sé que Dios me dará la sanación de mi cuerpo para seguir adelante en aquello que me apasiona la catequesis y mi profesión. Gracias P. César por confiar en mí.

3. ¿Qué consejo les daría a quienes, como usted, deben congeniar sus obligaciones profesionales con sus múltiples compromisos con la catequesis?
El primer consejo es la oración, Dios ayudándolo/a. Todas las veces que llegué cansada a mi parroquia después de un día de trabajo, Él estuvo allí apoyándome.

Con el P. César y la Comunidad de Vida
El segundo consejo sería organizar su tiempo, cuando uno le da el sí a Dios, es en serio, con Él nada a medias. Por lo tanto, no haga muchas cosas en la parroquia (no sea todólogo/a), hablo por experiencia propia. Sea responsable y conozca sus fortalezas y debilidades para saber hasta dónde puede dar. 

El tercer consejo es otra vez la oración, si usted tiene un trabajo complicado como el mío y encima grandes responsabilidades en la parroquia, el único que le puede ayudar es Dios, ahí está él trabajando para que no se le complique nada o poco. Lógicamente usted debe tener prioridades, para mí es la catequesis. Si su caso es el mismo que el mío, asegúrese que toda la parroquia sepa su prioridad para que no la involucren en otras actividades de manera que usted se entusiasme y pierda su horizonte, y regresamos a la Oración, Dios conduciéndolo/a.

4. Según su experiencia como coordinadora de la catequesis en una parroquia con muchas catequesis, ¿cuál sería el perfil de un coordinador parroquial de catequesis?
Se sabe que para coordinar se debe saber:
• Liderar: un líder cristiano con todo lo que implica, sobre todo el dar testimonio de vida que es fundamental. Liderazgo, término grande que involucra muchas cosas: capacidad de organización, virtudes como el respeto, tolerancia, responsabilidad, puntualidad, amistad, solidaridad no sólo con sus coordinados y catequesis en general sino con su párroco, ser perseverante, tener visión, amabilidad.
• Crecimiento espiritual (la oración, saber perdonar), el estar en un cargo de coordinador lo expone siempre a críticas. Y
• Preparación académica

viernes, 4 de marzo de 2011

Grandes Catequistas: La Transubstanciación - Del Tratado de san Ambrosio, obispo, Sobre los misterios

ESTE SACRAMENTO QUE RECIBES SE REALIZA POR LA PALABRA DE CRISTO

Vemos que el poder de la gracia es mayor que el de la naturaleza y, con todo, aún hacemos cálculos sobre los efectos de la bendición proferida en nombre de Dios. Si la bendición de un hombre fue capaz de cambiar el orden natural, ¿qué diremos de la misma consagración divina, en la que actúan las palabras del Señor y Salvador en persona? Porque este sacramento que recibes se realiza por la palabra de Cristo. Y si la palabra de Elías tuvo tanto poder que hizo bajar fuego del cielo, ¿no tendrá poder la palabra de Cristo para cambiar la naturaleza de los elementos? Respecto a la creación de todas las cosas leemos que él lo dijo y fueron hechas, él lo mandó y existieron. Por tanto, si la palabra de Cristo pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podrá cambiar en algo distinto lo que ya existe? Mayor poder supone dar el ser a lo que no existe que dar un nuevo ser a lo que ya existe.
Mas, ¿para qué usamos de argumentos? Atengámonos a lo que aconteció en su propia persona, y los misterios de su encarnación nos servirán de base para afirmar la verdad del misterio. Cuando el Señor Jesús nació de María, ¿por ventura lo hizo según el orden natural? El orden natural de la generación consiste en la unión de la mujer con el varón. Es evidente, pues, que la concepción virginal de Cristo fue algo por encima del orden natural. Y lo que nosotros hacemos presente es aquel cuerpo nacido de una virgen. ¿Por qué buscar el orden natural en el cuerpo de Cristo, si el mismo Señor Jesús nació de una virgen, fuera de las leyes naturales? Era real la carne de Cristo que fue crucificada y sepultada; es, por tanto, real el sacramento de su carne.

El mismo Señor Jesús afirma: Esto es mi cuerpo. Antes de las palabras de la bendición celestial, otra es la realidad que se nombra; después de la consagración, es significado el cuerpo de Cristo. Lo mismo podemos decir de su sangre. Antes de la consagración, otro es el nombre que recibe; después de la consagración, es llamada «sangre». Y tú dices: «Amén», que equivale a decir: «Así es». Que nuestra mente reconozca como verdadero lo que dice nuestra boca, que nuestro interior asienta a lo que profesamos externamente.

Por esto la Iglesia, contemplando la grandeza del don divino, exhorta a sus hijos y miembros de su familia a que acudan a los sacramentos, diciendo: Comed, mis familiares, bebed y embriagaos, hermanos míos. Qué es lo que hay que comer y beber, nos lo enseña en otro lugar el Espíritu Santo por boca del salmista: Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. En este sacramento está Cristo, porque es el cuerpo de Cristo. No es, por tanto, un alimento material, sino espiritual. Por ello dice el Apóstol, refiriéndose a lo que era figura del mismo, que nuestros padres comieron el mismo manjar espiritual, y bebieron de la misma espiritual bebida. En efecto, el cuerpo de Dios es espiritual, el cuerpo de Cristo es un cuerpo espiritual y divino, ya que Cristo es espíritu, tal como leemos: El espíritu ante nuestra faz, Cristo el Señor. Y en la carta de Pedro leemos también: Cristo murió por vosotros. Finalmente, este alimento fortalece nuestro corazón, y esta bebida alegra el corazón del hombre, como recuerda el salmista.