"Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a todas las gentes"

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jueves, 28 de julio de 2011

Catequista y Evangelio van juntos - Los "Por qué" de la catequesis

Evangelización y educación de la fe son dos cosas distintas, pero que van de la mano. Hoy en día no podemos pensar que nuestros niños llegan al catecismo para ser educados en la fe, pues muchos de ellos carecen de la fe práctica. Son víctimas de la secularización que ha invadido sus hogares y a sus mismos padres. Familias donde no se reza, donde rara vez se participa de la Santa Misa, donde muchos de éstos pequeños no han visto nunca comulgar a sus padres. Frente a ésta situación nos toca evangelizarlos, para luego poder enseñarles la doctrina cristiana. Hemos de presentarles a Cristo, para a continuación enseñarles su mensaje.

Este es el reto más grande de la catequesis contemporánea, hacer que la catequesis y la evangelización sean conjugadas en nuestros encuentros y la verdad es que no es un reto totalmente nuevo. Ya el Beato Manuel González, como obispo de Málaga afirmaba:

"Queréis que los niños -y cuando hablo de niños en esta materia diviso muchas y numerosas clases de niños-, ¿queréis, repito, que los niños vean la doctrina? Dadles más historias de Evangelio que lecciones de texto de catecismo, procurad que conozcan primero quién fue Jesús, qué hizo, en dónde vivía y en dónde sigue viviendo y después lo que enseñó con su palabra."(Dichos, hechos y lecciones)

Ya es común que en muchas parroquias se les pida a los niños que lleven, además del libro de catecismo, una Biblia o el Evangelio. Además en el texto se nos ofrecen citas bíblicas que nos ayudan a familiarizar al niño con la Palabra de Dios, pero eso sólo no basta. No podemos pensar que con ayudarles a tener contacto con la Biblia ya hemos logrado llevarlos a Jesús.

"Las ideas, por muy santas que sean, es menester entenderlas muy a fondo para amarlas; las personas, cuando son buenas, basta conocerlas un poco para quererlas. Se ha olvidado, desgraciadamente, que no son los mejores cristianos los que mejor saben teología, sino los que más firmemente creen y más lealmente se unen y aman a Jesús."(Dichos, hechos y lecciones)

No se trata de convertir nuestros encuentros catequéticos en cursos bíblicos, sino de presentarles a Cristo, al Verbo encarnado. Y para eso lo primero y más importante es que nosotros, catequistas, lo conozcamos. ¿Conoces y amas a Jesucristo?

Me da mucha pena encontrarme tantas veces con cristianos que no han leído los Evangelios. Cómo conocer a Jesús si no has leído lo que está escrito de su vida, de sus obras, de sus palabras. Y es que nadie da lo que no tiene. Sólo un catequista que esté familiarizado con el Evangelio podrá evangelizar, será capaz de leer y contar las historias ahí contenidas. Siendo un enamorado de Cristo, podrá hablar de Él con autoridad, porque lo conocerá.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

Defender la vida es también tarea de la catequesis.

sábado, 23 de julio de 2011

Buen uso de las dinámicas - Los "Por qué" de la catequesis

No soy un experto en pedagogía lúdica, pero soy un convencido de la eficacia que las dinámicas tienen dentro de la labor catequética. Aunque a muchos les pueda parecer algo un poco difícil eso de ponerse a cantar y a bailotear con los catequizandos, me limito a recordar una afirmación del Beato Manuel: “El mejor maestro es el que tenga más gracia y cuente más con ella”. No podemos olvidar que cuando hablaba de gracia se refería tanto a la natural, como a la sobrenatural.

Así que lo primero será no tener miedo al supuesto “ridículo”, puesto que será la vía más corta y eficaz para entrar en contacto con los niños. Cierto que antes que nada tendrá el catequista que tomarse el tiempo necesario para aprender las canciones, con todo y su mímica, porque sino le sería imposible luego poder enseñarlas.

El primer efecto que produce la dinámica es el de romper el hielo. Es necesario (lo hemos recordado en varias ocasiones) que el encuentro de catequesis sea distinto de una clase de escuela. Probablemente las dinámicas podrán colaborar generando un ambiente diverso, sin que el aspecto lúdico signifique perder el valor del contenido del encuentro. Generar un ambiente agradable, acogedor, generará una mayor participación y atención en el grupo.

Otro efecto deseado será el de despertar a los niños cuando éstos, sea por el clima, por las actividades previas o cualquier otro factor, se van adormentado o distrayendo. La dinámica devuelve la energía positiva y derrota el aburrimiento. Por más cansados que parezcan, una dinámica en el momento justo, los pondrá otra vez bien dispuestos.

Existe sólo un efecto indeseado de las dinámicas, obviamente cuando se da el abuso de las mismas. Utilizarlas para quemar tiempo o llenar espacios hace que los niños no las tomen en serio (en sentido de importancia). Pueden convertirse en una pérdida de tiempo si no son realmente parte del encuentro. Por último, no se puede olvidar que son sólo un medio, un instrumento, no pueden ser consideradas como un objetivo de la catequesis.

Como conclusión les dejo mi experiencia. Desde que tenía quince años que uso las dinámicas como recurso tanto en catequesis, como en animación grupal y nunca me han defraudado. Y teniendo el cuidado del caso, no sólo sirven para trabajar con niños, sino que funcionan de perlas también con jóvenes y adultos. Así que manos a la obra … a aprender dinámicas y a usarlas.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

jueves, 14 de julio de 2011

Grandes Catequistas - De los libros de las Morales de san Gregorio Magno, papa, sobre el libro de Job.

LA CARIDAD ABARCA TODAS LAS VIRTUDES

La ley de Dios, de que se habla en este lugar, debe entenderse que es la caridad, por la cual podemos siempre leer en nuestro interior cuáles son los preceptos de vida que hemos de practicar. Acerca de esta ley, dice aquel que es la misma Verdad: Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros. Acerca de ella dice san Pablo: Amar es cumplir la ley entera. Y también: Ayudaos a llevar mutuamente vuestras cargas; y así cumpliréis la ley de Cristo. Lo que mejor define la ley de Cristo es la caridad, y esta caridad la practicamos de verdad cuando toleramos por amor las cargas de los hermanos.

Pero esta ley abarca muchos aspectos, porque la caridad celosa y solícita incluye los actos de todas las virtudes. Lo que empieza por sólo dos preceptos se extiende a innumerables facetas.

Esta multiplicidad de aspectos de la ley es enumerada adecuadamente por Pablo, cuando dice: La caridad es comprensiva, la caridad no presume ni se engríe; no es ambiciosa ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

La caridad es comprensiva, porque tolera con ecuanimidad los males que se le infligen. Es benigna, porque devuelve generosamente bien por mal. No tiene envidia, porque, al no desear nada de este mundo, ignora lo que es la envidia por los éxitos terrenos. No presume, porque desea ansiosamente el premio de la retribución espiritual, y por esto no se vanagloria de los bienes exteriores. No se engríe, porque tiene por único objetivo el amor de Dios y del prójimo, y por esto ignora todo lo que se aparta del recto camino.

No es ambiciosa, porque, dedicada con ardor a su provecho interior, no siente deseo alguno de las cosas ajenas y exteriores. No es egoísta, porque considera como ajenas todas las cosas que posee aquí de modo transitorio, ya que sólo reconoce como propio aquello que ha de perdurar junto con ella. No se irrita, porque, aunque sufra injurias, no se incita a sí misma a la venganza, pues espera un premio muy superior a sus sufrimientos. No lleva cuentas del mal, porque, afincada su mente en el amor de la pureza, arrancando de raíz toda clase de odio, su alma está libre de toda maquinación malsana.

No se alegra de la injusticia, porque, anhelosa únicamente del amor para con todos, no se alegra ni de la perdición de sus mismos contrarios. Goza con la verdad, porque, amando a los demás como a sí misma, al observar en los otros la rectitud, se alegra como si se tratara de su propio provecho. Vemos, pues, como esta ley de Dios abarca muchos aspectos.

sábado, 9 de julio de 2011

La importancia de la devoción en la Primera Comunión - Los "Por qué" de la catequesis

Muchas veces me preguntan por qué no permito sacar fotos durante la Misa de las primeras comuniones. Y la respuesta es bastante concreta: no debemos distraer a los niños mientras van a recibir a Jesús Sacramentado. Claro que es una respuesta lógica, pero detrás de ella hay una verdad doctrinal muy importante ligada al fruto espiritual del sacramento.

Debemos recordar que todo sacramento produce dos tipos de fruto: el que depende sólo del mismo sacramento y el que depende de la disposición que tenga quien lo recibe. Siempre que recibimos la comunión recibimos toda la gracia que el sacramento produce de suyo. Y así sucede con cada uno de los demás sacramentos. Aún una comunión recibida mecánicamente producirá en quien la recibe ese fruto “ex opere operato”.

Por el contrario, quien no prepara su espíritu para recibir un sacramento, aunque siempre podrá recibir el fruto “ex opere operato”, perderá buena parte sino la totalidad del fruto “ex opere operantis”, es decir aquel fruto que se recibe sólo si se está verdaderamente dispuesto.

La preparación que hacemos en la catequesis no es solamente doctrinal. Nuestro objetivo es acercar a los catequizandos a Dios, ayudarles a crecer en la fe, a tener un encuentro personal con Cristo. Si hemos cumplido con esa misión, al llegar el día de la primera comunión, nuestros pequeños estarán con toda la disposición espiritual para acoger a Jesús Sacramentado. Nuestra tarea como catequistas será cuidar esa disposición, esa devoción que se ha ido cultivando en el corazón de cada catequizando. Si la ceremonia se transforma en una “fiesta de pueblo”, llena de barullo, gente que no sabe ni donde está, fotógrafos por doquier, compitiendo unos con otros para ver quien logra sacar la foto en el momento que el niño saca la lengua … habremos perdido mucho de lo cultivado hasta entonces.

Me pregunto de qué servirá entonces tener la bendita foto del momento en que el niño recibió la Eucaristía por primera vez, si el precio fue hacerle perder el fruto espiritual que con tanto empeño se había procurado que ganara. No creo que valga la pena.

Padre, padrinos y catequistas tenemos el deber de acompañar a quienes se acercan a recibir un sacramento con nuestra oración y nuestro testimonio. Será así que le ayudaremos a ganar todas las gracias que Dios le quiera regalar. Hagamos de cada celebración un encuentro con Dios y habremos hecho el mejor de los bienes a nuestros catequizandos.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista