"Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a todas las gentes"

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miércoles, 28 de septiembre de 2011

Grandes Catequistas - De los Escritos de san Vicente de Paúl, presbítero.

EL SERVICIO A LOS POBRES HA DE SER PREFERIDO A TODO

Nosotros no debemos estimar a los pobres por su apariencia externa o su modo de vestir, ni tampoco por sus cualidades personales, ya que con frecuencia son rudos e incultos. Por el contrario, si consideráis a los pobres a la luz de la fe, os daréis cuenta de que representan el papel del Hijo de Dios, ya que él quiso también ser pobre. Y así, aun cuando en su pasión perdió casi la apariencia humana, haciéndose necio para los gentiles y escándalo para los judíos, sin embargo, se presentó a éstos como evangelizador de los pobres: Me envió a evangelizar a los pobres. También nosotros debemos estar imbuidos de estos sentimientos e imitar lo que Cristo hizo, cuidando de los pobres, consolándolos, ayudándolos y apoyándolos.

Cristo, en efecto, quiso nacer pobre, llamó junto a sí a unos discípulos pobres, se hizo él mismo servidor de los pobres, y de tal modo se identificó con ellos, que dijo que consideraría como hecho a él mismo todo el bien o el mal que se hiciera a los pobres. Porque Dios ama a los pobres y, por lo mismo, ama también a los que aman a los pobres, ya que, cuando alguien tiene un afecto especial a una persona, extiende este afecto a los que dan a aquella persona muestras de amistad o de servicio. Por esto nosotros tenemos la esperanza de que Dios nos ame, en atención a los pobres. Por esto, al visitarlos, esforcémonos en cuidar del pobre y desvalido, compartiendo sus sentimientos, de manera que podamos decir como el Apóstol: Me he hecho todo para todos. Por lo cual todo nuestro esfuerzo ha de tender a que, conmovidos por las inquietudes y miserias del prójimo, roguemos a Dios que infunda en nosotros sentimientos de misericordia y compasión, de manera que nuestros corazones estén siempre llenos de estos sentimientos.

El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo, y hay que prestarlo sin demora. Por esto, si en el momento de la oración hay que llevar a algún pobre un medicamento o un auxilio cualquiera, id a él con el ánimo bien tranquilo y haced lo que convenga, ofreciéndolo a Dios como una prolongación de la oración. Y no tengáis ningún escrúpulo ni remordimiento de conciencia si, por prestar algún servicio a los pobres, habéis dejado la oración; salir de la presencia de Dios por alguna de las causas enumeradas no es ningún desprecio a Dios, ya que es por él por quien lo hacemos.

Así pues, si dejáis la oración para acudir con presteza en ayuda de algún pobre, recordad que aquel servicio lo prestáis al mismo Dios. La caridad, en efecto, es la máxima norma, a la que todo debe tender: ella es una ilustre señora, y hay que cumplir lo que ordena. Renovemos, pues, nuestro espíritu de servicio a los pobres, principalmente para con los abandonados y desamparados, ya que ellos nos han sido dados para que los sirvamos como a señores.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Vínculo entre la Confesión y la Comunión - Los Por qué de la Catequesis

Hace poco me sorprendía sobre cuánto se desconoce sobre la relación entre la confesión sacramental y la comunión eucarística. En gran parte es culpa nuestra, que como catequistas no hemos sido claros al explicar a los niños un tema tan esencial. Son dos saramentos que están íntimamente vinculados, ya que no se puede recuperar la gracia de Dios sin la Confesión, y si no estamos en gracia no podemos comulgar.

El Beato Juan Pablo II en su encíclica "Dominicae cenae" afirma:
"Acerca de la estrecha vinculación, existente entre el Sacramento de la Penitencia y el de la Eucaristía llamé ya la atención en la Encíclica «Redemptor hominis». No es solamente la Penitencia la que conduce a la Eucaristía, sino que también la Eucaristía lleva a la Penitencia. En efecto, cuando nos damos cuenta de Quien es el que recibimos en la Comunión eucarística, nace en nosotros casi espontáneamente un sentido de indignidad, junto con el dolor de nuestros pecados y con la necesidad interior de purificación."

Y es que para poder acercarnos a comulgar hemos de estar en gracia de Dios, es decir, sin haber cometido pecado mortal. Cuando cometemos un pecado grave, perdemos la gracia santificante, nos separamos de la comunión con Dios, estamos espiritualmente muertos y esto nos impide recibir la Eucaristía que es un sacramento de vivos. El único camino es la Confesión de nuestros pecados, puesto que será la absolución la que nos devolverá la gracia. No se puede, aunque algunos digan que sí, ir a comulgar y luego confesarse, aunque sea inmediatamente después de la Comunión. Primero se recupera la gracia y después se comulga.

"No obstante debemos vigilar siempre, para que este gran encuentro con Cristo en la Eucaristía no se convierta para nosotros en un acto rutinario y a fin de que no lo recibamos indignamente, es decir, en estado de pecado mortal. La práctica de la virtud de la penitencia y el sacramento de la Penitencia son indispensables a fin de sostener en nosotros y profundizar continuamente el espíritu de veneración, que el hombre debe a Dios mismo y a su Amor tan admirablemente revelado."


Algunos se confunden pensando que hay que confesarse cada vez que uno va a comulgar, cosa que no es necesaria. Si no hemos cometido un pecado mortal desde la última Confesión, podemos comulgar con tranquilidad pues no hemos perdido la gracia. Eso sí, es recomendable no dejar pasar demasiado tiempo entre confesión y confesión, la recepción frecuente del sacramento de la Reconciliación ha sido siempre recomendada.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

Para la catequesis sobre la confesión:

domingo, 4 de septiembre de 2011

CONVIVENCIA VOCACIONAL 
DOMINGO 25 DE SEPTIEMBRE
Para jóvenes y jovencitas que se sientan llamados a consagrar su vida a Cristo.

Casa de Convivencias de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret 
(Guayaquil-Ecuador)

Calle Juan Montalvo 415 y General Córdova
(diagonal al Mercado Artesanal) 
De 9:00 a 17:00
Llevar Biblia y cuaderno.

P. César Piechestein