"Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a todas las gentes"

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miércoles, 26 de septiembre de 2012

Catequesis de adultos jóvenes - Tips para la catequesis



La semana pasada comencé a catequizar un grupo de adultos jóvenes. Esta sería la quinta vez que hago la experiencia. Es un grupo bastante homogéneo en lo que respecta a edad, pues casi todos tienen entre 18 y 20 años. Quisiera compartir algunas reflexiones al respecto, siempre desde mi experiencia personal, que puedan serles útiles en casos similares.

-    - Primer punto a favor de tener catequizandos de esa edad es que asisten porque propia decisión y convencidos de lo que quieren. Ustedes y yo sabemos que con los niños no sucede siempre así y mucho menos con los adolescentes. Educar en la fe a adultos jóvenes ofrece la ventaja de una buena disposición a la hora de aprender.

-       - Esa misma ventaja viene unida a una que yo no llamaría desventaja sino más bien desafío. En nuestra realidad sudamericana tenemos la influencia protestante por doquier y un adulto que no ha sido catequizado tendrá seguramente muchas confusiones e interrogantes sobre los consabidos temas que promueven los hermanos de las sectas. Eso se convierte en un desafío porque el catequista se convierte en apologeta, en defensor de la fe, lo que exige invertir más tiempo y mayor preparación.

-          - Otro desafío con un grupo así es el tema vocacional. Desafío porque no es fácil, aunque se convierte en una prioridad cuando de educar en la fe se trata. Animar al discernimiento vocacional a los adolescentes es importantísimo, pero a los adultos jóvenes les toca ya decidirse, por lo tanto es imprescindible que el catequista se prepare para poder orientarles adecuadamente. Como sugerencia diría que es conveniente hacerse ayudar de un sacerdote que participando aunque sólo sea en un encuentro de catequesis, podrá iluminarles mucho y animar a aquellos que tengan inquietud hacia el sacerdocio. Lo mismo se puede afirmar con respecto a las jovencitas, invitando a una religiosa.

Ya me quedó un poco larga ésta entrega, la próxima semana les comparto un poco más sobre el mismo tema. Espero que les sirva y les anime a catequizar a los adultos, que aunque sea un reto es igual de hermoso que educar en la fe a los niños.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

martes, 25 de septiembre de 2012

Retiro Eucarístico de Octubre

En octubre los Misioneros Eucarísticos iniciamos un nuevo apostolado.
Todos los primeros domingos de cada mes realizaremos un retiro espiritual eucarístico, abierto a todo público. Iniciaremos a las dos de la tarde para concluir a las seis de la tarde.

Serán cuatro horas acompañando a Jesús Sacramentado. Junto a la adoración eucarística ofreceremos dos meditaciones que ayudarán a la reflexión y la oración.
El lugar será siempre la capilla del Hogar de Ancianos San José (frente al Policentro, en Guayaquil).

Entonces te esperamos el domingo 7 de octubre.

miércoles, 20 de junio de 2012

Tips para la catequesis - Enseñar a orar


Cuando nos ponemos a planificar el año de catequesis, creo que a todos nos pasa que nos faltan encuentros para poder cumplir con el programa que se nos plantea. A veces nos toca dedicarle menos tiempo del que hubiéramos deseado a temas que sabemos que son muy importantes, pero parece que el número de encuentros es demasiado limitado. Sin embargo hay algo que no podemos descuidar, porque el hacerlo empobrecería todo el proceso de educación en la fe y es enseñarles a orar.
Me imagino que a éstas alturas ya algunos se estarán comenzando a preocupar, reconociendo que la tarea es bastante ardua, mientras otros pensarán convencidos que con enseñarles las oraciones del cristiano, basta y sobra. A nosotros, catequistas, nos toca enseñarles a hablar con Jesús:
   
  «Son muchos los cristianos ¿qué digo?, todos los cristianos creen y saben que Jesucristo todo entero está vivo y real en la sagrada Hostia; pero yo me temo mucho que algunos no se han enterado todavía de que está allí con oídos y con boca... Digo esto porque sé de muchos cristianos que jamás en su vida se han puesto a hablar con Él y de otros que aunque le hablan, no lo escuchan... ¡Hermanos! ¿Os habéis figurado que Jesucristo en el Sagrario es sordo o mudo o las dos cosas?».
(Beato Manuel González, Obras Completas, 2717)

Claro que todo comienza con el catequista. A éstas alturas del partido me atrevería a preguntarles ¿oran ustedes hermanos catequistas? Porque si lo hacen sabrán que no es difícil enseñar a orar. Es cuestión de comenzar por reconocer que dentro del Sagrario está realmente uno que nos ama y que vive deseoso de nuestra compañía. El sólo hecho de estar frente a Él, dedicarle un tiempo sólo a estar con Él, es ya oración. Aunque sea sólo para dedicarle nuestras miradas. Si a ellas le agregamos nuestros pensamientos y unas frases de amor, la cosa irá todavía mejor. Eso repetido cada día y de ser posible a la misma hora, será el inicio de una vida interior que florecerá y fructificará con abundancia.
Eso es lo que hemos de enseñar a nuestros catequizandos. No podemos reducir nuestra catequesis a la sola transmisión del mensaje, dejando de lado la relación con el Verbo. Empecemos con llevar a esas almitas que se nos han confiado a los pies del Sagrario, al iniciar o al concluir el encuentro de catequesis (mejor en ambos momentos). Les garantizo que marcará la diferencia.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

sábado, 26 de mayo de 2012

Perfil del catequista: la adaptabilidad de carácter


Muchas son las cualidades que debe poseer un catequista para poder desarrollar su ministerio con fruto. Dona Manuel González, un catequista hasta la médula, nos habla sobre una que él considera imprescindible: la adaptabilidad.

«La ley general de todo apostolado la expresó el gran apóstol san Pablo en aquellas conocidas palabras de que hay que hacerse todo para todos para ganar a todos para Jesucristo. Llorar con el que llora, reír con el que ríe, subir con el que sube, bajar con el que baja, es el medio más eficaz para llegar al corazón de los demás y conquistarlo.
   La gran condición del conquistador de corazones es la adaptabilidad de carácter».

    «¡La adaptabilidad! Pero ¿os habéis fijado en lo que significa, y sobre todo, en lo que exige esa palabra?
   Porque adaptabilidad no significa debilidad o inconsistencia de carácter, de modo que esté uno al viento que más sople, ni es tampoco dulzonería o romana del diablo o vista gorda para dejar pasar carros y carretas».

«Adaptabilidad es darse sin entregarse, es poner en la cara y en el gesto y en la palabra y en la obra lo que naturalmente no se tiene gana de poner; es tirar la red al agua y a uno mismo, si es preciso, sin ahogarse; es tratar a cada cual no por los méritos propios, ni por la simpatía que inspire, ni por las ventajas que traiga, sino sólo por lo que representa; es meterse en el fango, si hace falta, y no mancharse; es enfadarse, si es necesario, y no pecar; es tragar mucha saliva y mucha hiel y poner la cara del que paladea la miel...
   ¡Vaya si es difícil y hasta heroica la adaptabilidad!
   Pero no se olvide: tan necesaria y tan fructuosa como difícil».
(Beato Manuel González, Obras Completas, 3741-3743)

Partiendo de ésta importante virtud del catequista y del apóstol, Don Manuel clasifica a los mismos en tres tipos: de esponja, de cristal y de goma. Para poder saber si eres un catequista de esponja o si eres uno de cristal, tendrás que esperar hasta la próxima publicación. Mientras tanto procura practicar adquirir la adaptabilidad de carácter.

P. César Piechestein
elcuracatequista

sábado, 19 de mayo de 2012

Grandes Catequistas - De las Conferencias de santo Tomás de Aquino, presbítero

En vísperas de celebrar la Ascensión de Nuestro Señor, los invito a reflexionar ésta catequesis de Santo Tomás donde nos habla sobre el Reino de los Cielos. Allá nos espera Jesús, el Padre y el Espíritu Santo y es importante recordarlo y enseñarlo a nuestros catequizandos. Sólo teniendo la mirada en la meta es que podremos llegar a ella. 

ME SACIARÉ DE TU SEMBLANTE

Adecuadamente termina el Símbolo, resumen de nuestra fe, con aquellas palabras: «La vida perdurable. Amén.» Porque esta vida perdurable es el término de todos nuestros deseos.

La vida perdurable consiste primariamente en nuestra unión con Dios, ya que el mismo Dios en persona es el premio y el término de todas nuestras fatigas: Yo soy tu escudo y tu paga abundante. Esta unión consiste en la visión perfecta: Al presente vemos a Dios como en un espejo y borrosamente. Entonces lo veremos cara a cara.

También consiste en la suprema alabanza, como dice el profeta: Allí habrá gozo y alegría, con acción de gracias al son de instrumentos.

Consiste asimismo en la perfecta satisfacción de nuestros deseos, ya que allí los bienaventurados tendrán más de lo que deseaban o esperaban. La razón de ello es porque en esta vida nadie puede satisfacer sus deseos, y ninguna cosa creada puede saciar nunca el deseo del hombre: sólo Dios puede saciarlo con creces, hasta el infinito; por esto el hombre no puede hallar su descanso más que en Dios, como dice san Agustín: «Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón no hallará reposo hasta que descanse en ti.»

Los santos, en la patria celestial, poseerán a Dios de un modo perfecto, y por esto sus deseos quedarán saciados y tendrán más aún de lo que deseaban. Por esto dice el Señor: Entra en el gozo de tu Señor. Y san Agustín dice: «Todo el gozo no cabrá en todos, pero todos verán colmado su gozo. Me saciaré de tu semblante»; y también: «Él sacia de bienes tus anhelos.»
Todo lo que hay de deleitable se encuentra allí superabundantemente. Si se desean los deleites, allí se encuentra el supremo y perfectísimo deleite, pues procede de Dios, sumo bien: Alegría perpetua a tu derecha.

La vida perdurable consiste también en la amable compañía de todos los bienaventurados, compañía sumamente agradable, ya que cada cual verá a los demás bienaventurados participar de sus mismos bienes. Todos, en efecto, amarán a los demás como a sí mismos, y por esto se alegrarán del bien de los demás como del suyo propio. Con lo cual, la alegría y el gozo de cada uno se verán aumentados con el gozo de todos.

jueves, 10 de mayo de 2012

Grandes Catequistas - San Gaudencio de Brescia, obispo

LA EUCARISTÍA ES LA PASCUA DEL SEÑOR

Uno solo murió por todos, el mismo que ahora en cada una de las asambleas cristianas, por el sacramento del pan y del vino, nos rehace con su inmolación, por la fe en él nos da la vida y, ofreciéndose a sí mismo en sacrificio, consagra a los que ofrecen esta oblación.

Ésta es la carne y la sangre del Cordero, pues aquel pan bajado del cielo afirma: El pan que yo voy a dar es mi carne ofrecida por la vida del mundo. Y con razón su sangre es significada por el vino, ya que, al afirmar él mismo en el Evangelio: Yo soy la vid verdadera, manifiesta con suficiente claridad que el vino es su sangre ofrecida en el sacramento de su pasión; en este sentido el patriarca Jacob había profetizado de Cristo: Lava su ropa en vino y su túnica en sangre de uvas. En efecto, él lavó con su propia sangre la vestimenta de nuestro cuerpo que había tomado sobre sí como una vestidura.



El mismo Creador y Señor de la naturaleza, el que hace salir el pan de la tierra, convirtió el pan en su propio cuerpo (porque podía hacerlo y así lo había prometido); y el que había convertido el agua en vino convirtió después el vino en su sangre.

Es la Pascua del Señor, dice la Escritura, esto es, el paso del Señor; no tengas por cosa terrena lo que ha sido convertido en algo celestial por obra de aquel que pasó a esa materia y la ha convertido en su cuerpo y sangre.

Lo que recibes es el cuerpo de aquel pan bajado del cielo y la sangre de aquella vid sagrada. En efecto, al dar a sus discípulos el pan y el vino consagrados, les dijo: Esto es mi cuerpo; ésta es mi sangre. Creamos, pues, en aquel en quien hemos puesto nuestra confianza: el que es la verdad en persona no puede engañarnos.

Por esto, cuando hablaba a la multitud de comer su cuerpo y beber su sangre, y la multitud murmuraba desconcertada: ¡Duras son estas palabras! ¿Quién es capaz de aceptarlas?, queriendo Cristo purificar con fuego celestial estos pensamientos que, como antes he dicho, han de ser evitados, añadió: El espíritu es el que da vida; la carne no vale nada. Las palabras que yo os he dicho son espíritu y vida.