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viernes, 23 de marzo de 2012

Los niños entienden y nosotros no lo hemos entendido - Tips para la catequesis

Hace unos días, mientras almorzaba con algunos hermanos sacerdotes, aproveché para contar las últimas fechorías de mis catequizandos. Uno de ellos se sorprendió por el hecho de que un sacerdote se dedicara a catequizar niños y se sorprendió aún más cuando le dije que también el párroco a con el que colaboro se da tiempo para catequizar. El punto es que no hay nada de que sorprenderse, porque así como el padre de familia es el primer catequista de sus hijos, el sacerdote párroco es el primer catequista de la parroquia. Es cierto que necesitamos de la ayuda de los laicos, porque la catequesis es una tarea vastísima, pero eso no significa que tenemos que dedicarnos sólo a la organización y dirección de la misma. Privarse de la oportunidad de catequizar a los más pequeños, es privarse de una de las tareas más características de la paternidad espiritual. En todo caso esto era sólo la introducción.

Hoy quisiera compartirles unas ideas que me han venido a la cabeza, con respecto a nuestros niños del catecismo. Creo que aún muchos se han quedado con la teoría de que los niños “no entienden”, o al menos, no tienen toda la capacidad que puede tener un adulto para entender. Creo que hemos crecido convencidos de ello, pero yo no lo estoy tanto.

Es cierto que un niño tendrá menos criterios y experiencias que un adulto, pero debe tener la misma capacidad para razonar y la misma conciencia para distinguir el bien del mal, ya que esa es una luz universal. Su inocencia le da probablemente una confianza más grande que la de un adulto, y creerá a pie juntillas lo que le digan las personas que reconoce como autoridad. Ahí es donde está el peligro.

Somos conscientes que los niños de hoy están tan expuestos a la avalancha de información que nos llega por todos lados. Son especialmente la televisión y la internet los cauces por los que pueden recibir a diario mensajes de todo tipo. Para muchos de ellos, la tv y la red, tienen la autoridad que para nosotros tienen los libros. Así que están recibiendo constantemente enseñanzas que muchas veces no son las idóneas.

Y mientras tanto, nosotros a quienes nuestros pequeños reconocen también la autoridad, nos limitamos convencidos de que ellos no son capaces de comprender. Si que los son y están aprendiendo mucho, pero lamentablemente no de nosotros.

Creo que es necesario que nos dediquemos más a comunicar de manera clara el mensaje cristiano, que a llenarnos de técnicas y métodos, que muchas veces nos roban el tiempo y nos diluyen la doctrina. Educar en la fe es enseñar el credo, la moral cristiana, la vida de piedad, pero sobre todo a amar a Jesús. Y así como Él, hemos de esforzarnos por hacer asequibles a todos, pequeños y grandes, las verdades eternas. Sin detenernos a pensar que no son capaces de entender, porque lo son.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

viernes, 2 de marzo de 2012

Analfabetismo catequético y Nueva Evangelización

En el marco de la convocatoria a la celebración del Año de la Fe, el Papa también ha renovado la llamada a la Nueva Evangelización. Durante el último encuentro de los cardenales en Roma, ha sido éste el tema central de la reflexión. Todos somos invitados a participar en la misión de re-evangelizar el mundo:

«La invitación implícita en la misión ad gentes y la nueva evangelización no es una doctrina, sino un llamado a conocer, amar y servir no a algo, sino a alguien. Esta persona, este Jesús de Nazaret, nos dice que Él es la verdad. Por lo tanto, nuestra misión tiene una sustancia, un contenido. A veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, en el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y al umbral de este Año de la fe, nos encontramos con el reto de combatir el analfabetismo catequético».

Creo que el Cardenal Dolan ha definido el más grande de los problemas: analfabetismo catequético. Es urgente intervenir, porque nadie ama lo que no conoce y si no damos a conocer a Cristo, ¿cómo podrán amarlo?

«Es verdad que la nueva evangelización es urgente, porque a veces el secularismo ha ahogado el grano de la fe; pero esto fue posible porque muchos creyentes no tienen la mínima idea de la sabiduría, la belleza y la coherencia de la Verdad. Por lo tanto, nuestra misión, esta nueva evangelización, tiene unas dimensiones catequéticas y eclesiales».

Es verdad que todos estamos llamados a participar activamente en la Nueva Evangelización, pero siendo el problema más grave el desconocimiento de Cristo y su mensaje, siendo urgente combatir el analfabetismo catequético, somos los catequistas quienes hemos de luchar en primera fila. Podríamos pensar que la tarea correspondía a los animadores, a los misioneros o a los evangelizadores, y es cierto porque corresponde a todos, pero los catequistas estamos ya preparados para educar en la fe.

«Esto nos lleva a pensar en la Iglesia de una manera renovada: a pensar en ella como una Misión en sí misma. Como nos enseñó el beato Juan Pablo II en la encíclica Redemptoris Missio, la Iglesia no tiene una misión, como si la "misión" fuera una cosa entre las muchas que Iglesia hace. No, la Iglesia es una misión, y cada uno de nosotros que confiesa a Jesús como Señor y Salvador debería interrogarse sobre su propia eficacia en la misión». (Card. Timothy Dolan, discurso pronunciado en la jornada de oración y reflexión del Colegio Cardenalicio, el 17 de febrero 2012)

Creo que si el Beato Manuel González hubiese estado presente ese día en San Pedro, le habría respondido al Cardenal Dolan, lo mismo que hace años dejó escrito en uno de sus más hermosos libros:

« Ante todo, convengo contigo con todo mi asentimiento que la primera en necesidad e importancia de todas las obras sociales católicas es la enseñanza del catecismo, y no una enseñanza cualquiera, sino la que aspira a ocupar la memoria, el entendimiento y la voluntad». (Beato Manuel González, Lo que puede un cura hoy)

Unamos nuestra fuerza, nuestra oración y toda nuestra voluntad a este camino que la Iglesia está profundizando. No dejemos pasar esta oportunidad de propagar nuestra fe y de ayudar a nuestros hermanos a renovar sus compromisos bautismales. De cada uno de nosotros depende que la invitación que nos hace nuestra Madre la Iglesia tenga los frutos que Cristo espera.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista