"Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a todas las gentes"

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martes, 13 de agosto de 2013

Armonizar doctrina y vida cristiana - Tips para la catequesis




Creo que hemos escuchado muchas veces decir que en nuestras comunidades cristianas se nota un divorcio entre fe y vida. Parece que nos cuesta mucho ser coherentes con la fe que profesamos. No es extraño, por ejemplo, que una pareja inicie la convivencia sin haber recibido primero el sacramento del matrimonio. Es necesario, y yo diría urgente, lograr que nuestra Iglesia se destaque por una vida cristiana auténtica. Y es la catequesis una de las herramientas más importantes en ese proceso que debe reconciliar la fe y la vida.



Sin  embargo el desafío es grande. Hemos pasado de textos de catequesis o de doctrina cristiana, donde con el método de preguntas y respuesta, se memorizaba las verdades de la fe (sin una reflexión o aplicación en la vida cotidiana) o textos que hablan solamente sobre la praxis cristiana y el análisis de la realidad (carentes de marco doctrinal). Y nos quedamos con el fenómeno del péndulo. Obviamente ninguno de los extremos resulta eficaz cuando de formar un cristiano completo se trata. 

Nos toca encontrar el punto de equilibrio, la armonía que dan el fundamento doctrinal de la vida cristiana. Gracias a Dios nuestros textos de catecismo son cada vez más completos: hecho de vida, citas del Evangelio, mensaje cristiano explicado y desarrollado, además de aplicado a la vida. El mismo Catecismo de la Iglesia Católica que ya cumplió sus 20 años de publicación, es un instrumento completo en sí mismo. Tendría que ser, junto a la Biblia, el texto de cabecera no sólo de todo catequista, sino de todo católico que se tome en serio su vida y su fe.

Asumamos el reto de formar en la fe a las nuevas generaciones, dándoles una doctrina sana y completa que ilumine cada dimensión humana. Que nuestras reuniones de catequesis sean un espacio de reflexión, formación y oración; que nuestros grupos de catequesis sean pequeñas comunidades donde se aprenda a vivir en cristiano.

P. César Piechestein
elcuracatequista

miércoles, 20 de febrero de 2013

¿Por qué es importante la genuflexión? - Tips para la catequesis

Siempre se dice que en una construcción el acabado cuenta mucho, más aún cuando se trata de un mueble o una artesanía. Los detalles tienen, en esos casos, un grandísimo valor. Cuando se trata de nuestra fe y de cómo la exteriorizamos, también los detalles tienen un valor muy grande. Por eso hoy quisiera que toquemos el tema de la genuflexión.

Creo que a todo catequista le debería de preocupar la actitud que los catequizandos (y sus familiares) tengan dentro del templo y más aún, durante las ceremonias litúrgicas. Cierto es que algunos insisten en que lo que cuenta es la disposición interna, pero lo interior se manifiesta siempre exteriormente. Les invito a leer esta reflexión que nos hace el Beato Manuel González:

Un barómetro espiritual raro

  "¿Queréis saber a qué altura de fe, instrucción religiosa y piedad, se encuentra el alma de cualquier cristiano?
   Ved lo que dobla delante de Jesús sacramentado.
   ¿Ligeramente el cuello o la cintura? Pocos grados de aquélla o ninguna.
   ¿Un poquitín la rodilla? Un grado más.
   ¿Una rodilla en tierra? Otro grado más.
   ¿Las dos rodillas y la cabeza inclinada? ¡Eche usted grados!
   No me meto en explicar la relación entre la piedad del espíritu y la flexibilidad de los músculos; la encomiendo a los psicólogos.
   Me limito a hacer notar el fenómeno y pedir al Amo nos dé muchos católicos de dos rodillas."
(En busca del Escondido, Obras Completas n.2745, Beato Manuel González)

¿Qué les parece?  Muy cierto y hasta nos saca uno sonrisa ¿o no? Creo que haría mucho bien si lo compartimos en la catequesis y hasta en los grupos pastorales. Tiene mucho valor a los ojos de Dios que le tributemos el culto de adoración que le corresponde sólo a Él y además la genuflexión es un acto de fe, por lo tanto al hacerlo estamos profesando públicamente que creemos en la presencia real de Jesús en la Eucaristía.

Termino recordándoles que cada vez que pasamos por delante del Sagrario y entramos o salimos del templo, debemos hacer la genuflexión simple (una rodilla, la derecha). Cuando el Santísimo Sacramento está expuesto se debe hacer la genuflexión doble, es decir, ambas rodillas se deben doblar e inclinar la cabeza. No son ritualismos (como algunos dirían) sino la manera en que se debe saludar al Rey de reyes y Señor de señores.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

miércoles, 2 de enero de 2013

Grandes Catequistas - De las Disertaciones de san Gregorio de Nacianzo, obispo




Les comparto ésta hermosa catequesis que nos habla de lo profunda que puede ser la amistad y de cómo, cuando se trata de amigos cristianos, se convierte en camino de santificación. Ojalá nos ayude a cultivar mejor nuestras amistades y a enseñar a nuestros catequizandos el valor de la amistad cristiana.




Como si los dos cuerpos tuvieran un alma común
 
Nos habíamos encontrado en Atenas, como el curso de un río que, naciendo en una misma patria, se divide luego hacia diversas regiones (a donde habíamos ido por el afán de aprender) y de nuevo, de común acuerdo, por disposición divina, vuelve a reunirse.

Por entonces, no sólo admiraba yo a mi grande y querido Basilio, por la seriedad de sus costumbres y por la madurez y prudencia de sus palabras, sino que inducía también yo mismo a los demás que no lo conocían a que le tuviesen esta misma admiración. Los que conocían su fama y lo habían oído ya lo admiraban.

¿Qué consecuencias tuvo esto? Que él era casi el único que destacaba entre todos los que habían venido a Atenas para estudiar, y que alcanzó honores superiores a los que correspondían a su condición de mero discípulo. Éste fue el principio de nuestra amistad, el pequeño fuego que empezó a unirnos; de este modo, se estableció un mutuo afecto entre nosotros.

Con el correr del tiempo, nos hicimos mutuas confidencias acerca de nuestro común deseo de estudiar la filosofía; ya por entonces se había acentuado nuestra mutua estimación, vivíamos juntos como camaradas, estábamos en todo de acuerdo, teníamos idénticas aspiraciones y nos comunicábamos cada día nuestra común afición por el estudio, con lo que ésta se hacía cada vez más ferviente y decidida.

Teníamos ambos una idéntica aspiración a la cultura, cosa que es la que más se presta a envidias; sin embargo, no existía entre nosotros tal envidia, aunque sí el incentivo de la emulación. Nuestra competición consistía no en obtener cada uno para sí el primer puesto, sino en obtenerlo para el otro, pues cada uno consideraba la gloria de éste como propia.

Era como si los dos cuerpos tuvieran un alma en común. Pues si bien no hay que dar crédito a los que afirman que todas las cosas están en todas partes, en nuestro caso sí podía afirmarse que estábamos el uno en el otro.

Idéntica era nuestra actividad y nuestra afición: aspirar a la virtud, vivir con la esperanza de las cosas futuras y tratar de comportarnos de tal manera que, aun antes de que llegase el momento de salir de esta vida, pudiese decirse que ya habíamos salido de ella. Con estos pensamientos dirigíamos nuestra vida y todas nuestras acciones, esforzándonos en seguir el camino de los mandamientos divinos y estimulándonos el uno al otro a la práctica de la virtud; y, si no pareciese una arrogancia el decirlo, diría que éramos el uno para el otro la norma y regla para discernir el bien del mal.

Y, así como hay algunos que tienen un sobrenombre, ya sea heredado de sus padres, ya sea adquirido por méritos personales, para nosotros el mayor título de gloria era el ser cristianos y ser con tal nombre reconocidos.