Hace pocos días
iniciamos la catequesis en mi parroquia. Este año hemos sido bendecidos con un
número todavía mayor de catequizandos y esto nos exige más cuidado y mejor
organización. Y es que cuando de distribuirlos, ubicarlos y devolverlos se
trata, tenemos todo un procedimiento que puede llegar a parecer exagerado,
tanto como para que alguien diga que “en San Alejo la catequesis está
militarizada”.
Quizás podría aceptar
que se puede sentir algo de “militar” en nuestra catequesis, pero quisiera que
se pusiera cualquiera a dirigir más de doscientos niños evitando que la Misa y
el ingreso o egreso de la catequesis se convierta en caos o estampida. La cosa
es seria y pienso que más bien habría que descubrir el lado positivo de la
“militarización”.
Manejar grandes
cantidades de personas exige mucha organización, aunque para ser sinceros,
también el criterio vale para manejar a pocas. Lo que cuenta es que todo en la
catequesis tiene que ser enseñanza. Saber conservar el recogimiento en el
templo, ayudar a los demás a orar y celebrar la liturgia, son detalles muy
importantes y que deben ser enseñados. Respetar a los más pequeños, evitar
empujones y mantener la calma, son expresiones de respeto y caridad.
La disciplina que se
enseñaba en las escuelas (en mis tiempos, no se ahora) parecería bastante útil
para enseñar compostura. Formar fila, saludar a los maestros y a la bandera, no
correr en las escaleras o los pasillos, no masticar chicle en el aula o gritar,
son “detallitos” de buena conducta y disciplina que considero valiosísimos.
Creo que “militarizar”
la catequesis podría estar produciendo una nueva generación de católicos que
sepan comportarse en el templo y fuera de él. Nadie podrá negarme el valor que
tienen la urbanidad y los buenos modales, que lastimosamente cada vez se
enseñan menos. Les digo sinceramente que mientras nadie me muestre un método
mejor, seguiré serenamente militarizando mi catequesis parroquial.
P. César Piechestein
elcuracatequista