Todos sabemos la
importancia que tiene para la Iglesia la labor catequética. Sin embargo quienes
debemos estar más enterados somos los mismos catequistas. No me cansaré de
decir y de demostrar (lo digo como párroco) que la única forma de que una
parroquia crezca y fructifique, es a través de la catequesis, cuando ella es
verdadera educación de la fe.
Por todo lo dicho es
imprescindible que quienes tienen la responsabilidad de catequizar estén
doctrinalmente preparados y pedagógicamente actualizados. Sabemos que el
Espíritu Santo sabe hacer fructificar cualquier “intento” de catequesis, pero
eso no justificará nunca el que no aprovechemos las oportunidades que se nos
ofrecen para formarnos.
Sabemos de buena fuente
que ya son muchas las diócesis en todo el mundo que, con paciencia y
constancia, han ido constituyendo las llamadas “Escuelas para Catequistas”. En
nuestra arquidiócesis son una realidad desde hace ya siete años, y hay que
reconocer que están marcando una gran diferencia. Quizás lo más evidente es que
ahora los catequistas han aprendido a trabajar en equipo y comprendido que
nadie “se las sabe todas”, por lo que es necesaria la formación permanente.
Quisiera con este
mensaje motivar a todos a participar activamente en las escuelas de formación,
y si resulta que en su diócesis aún no tienen la bendición de una escuela para
catequistas, les aconsejo que se acerquen a su obispo y le pidan que se
instituya una, tengan por seguro que se sorprenderá gratamente de semejante
solicitud y pondrá todos los medios para que se haga realidad.
P. César Piechestein
elcuracatequista