Mandato universal : Id y anunciad
En su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de este año, el Papa nos confirma que el mandato misionero de Jesús "Id y anunciad a todos los pueblos" es universal. Aún hoy muchos hermanos nuestros en la fe siguen convencidos que la evangelización es tarea de unos pocos, sacerdotes, religiosas y catequistas. Y ni que decir de la misión, que sería según ese criterio, tarea sólo de los misioneros ad gentes. Su Santidad inicia con la idea de que la misión de cada cristiano comienza en la celebración de la Eucaristía, desde el altar, desde el Santísimo Sacramento, Jesús nos envía:
"Este objetivo es continuamente reavivado por la celebración de la liturgia, especialmente de la Eucaristía, que se concluye siempre recordando el mandato de Jesús resucitado a los Apóstoles: "Id…" (Mt 28,19). La liturgia es siempre una llamada ‘desde el mundo’ y un nuevo envío ‘al mundo’ para dar testimonio de lo que se ha experimentado: el poder salvífico de la Palabra de Dios, el poder salvífico del Misterio Pascual de Cristo. Todos aquellos que se han encontrado con el Señor resucitado han sentido la necesidad de anunciarlo a otros, como hicieron los dos discípulos de Emaús."
Una necesidad de anunciarlo frente a la gran necesidad que muchos tienen de escuchar ese anuncio. Un necesidad que se hace patente no sólo en los países de "misión", sino ahí donde la fe agoniza, donde la nueva evangelización es urgente:
"Se alarga la multitud de aquellos que, aún habiendo recibido el anuncio del Evangelio, lo han olvidado y abandonado, no reconociéndose ya en la Iglesia; y muchos ambientes, también en sociedades tradicionalmente cristianas, son hoy refractarias a abrirse a la palabra de la fe. Está en marcha un cambio cultural, alimentado también por la globalización, por movimientos de pensamiento y por el relativismo imperante, un cambio que lleva a una mentalidad y a un estilo de vida que prescinden del Mensaje evangélico, como si Dios no existiese, y que exaltan la búsqueda del bienestar, de la ganancia fácil, de la carrera y del éxito como objetivo de la vida, incluso a costa de los valores morales."
Y es por eso que ningún católico se puede quedar de brazos cruzados, todos somos parte de la Iglesia y toda ella es misionera. La esencia de la Iglesia es la comunicación de Cristo, Pan y Palabra de Vida. Es impactante como lo afirma el Papa cuando dice que la misión es tarea de todos, porque encierra todo y siempre:
"La misión universal implica a todos, todo y siempre. El Evangelio no es un bien exclusivo de quien lo ha recibido, sino que es un don que compartir, una buena noticia que comunicar. Y este don-compromiso está confiado no sólo a algunos, sino a todos los bautizados, los cuales son “raza elegida … una nación santa, un pueblo adquirido por Dios" (1Pe 2,9), para que proclame sus obras maravillosas."
Es así que todos, aunque no de la misma forma, hemos de participar en la misión de la Iglesia. Cada uno según la llamada que haya recibido de Dios, pero ninguno puede quedar fuera. De ahí que es importante que nuestras comunidades brinden los espacios para preparar, formar y enviar. Nosotros desde la catequesis tenemos una tarea importantísima porque junto a la educacion de la fe, hemos de ser capaces de realizar la animación misionera:
"En ello están implicadas también todas las actividades. La atención y la cooperación en la obra evangelizadora de la Iglesia en el mundo no pueden limitarse a algunos momentos y ocasiones particulares, y tampoco pueden ser consideradas como una de las muchas actividades pastorales: la dimensión misionera de la Iglesia es esencial, y por tanto debe tenerse siempre presente. Es importante que tanto cada bautizado como las comunidades eclesiales estén interesados no sólo de modo esporádico e irregular en la misión, sino de modo constante, como forma de la vida cristiana."
Y será así que la Iglesia podrá seguir transformando el mundo, porque el Evangelio es como la levadura que fermenta la masa:
"La evangelización es un proceso complejo y comprende varios elementos. Entre estos, una atención peculiar por parte de la animación misionera, se ha dado siempre a la solidaridad. Así, a través de la participación corresponsable en la misión de la Iglesia, el cristiano se convierte en constructor de la comunión, de la paz, de la solidaridad que Cristo nos ha dado, y colabora en la realización del plan salvífico de Dios para toda la humanidad. Los retos que esta encuentra, llaman a los cristianos a caminar junto con los demás, y la misión es parte integrante de este camino con todos. En ella llevamos, aunque en vasijas de barro, nuestra vocación cristiana, el tesoro inestimable del Evangelio, el testimonio vivo de Jesús muerto y resucitado, encontrado y creído en la Iglesia."
Pongamos manos a la obra y seamos constructores del Reino de Dios. Pero que no nos conformemos con la Iglesia que tenemos cerca, porque Iglesia somos todos los bautizados. Como catequistas podemos hacer una gran diferencia y ayudar a nuestros hermanos a escuchar el mandato misionero que implica a todos, todo y siempre.
P. César Piechestein
elcuracatequista