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jueves, 16 de septiembre de 2010

La importancia y los efectos de la Comunión Temprana

Mucho se ha discutido sobre cuando a que edad se debe recibir la primera comunión. Grandes papas como San Pío X, Juan Pablo II y el mismo Benedicto XVI, han promovido la comunión temprana. Sin embargo poco se ha hecho para practicar esto, que ha traído frutos abundantes en aquellos que han podido recibir esta gracia, casi al mismo tiempo en que iniciaba su uso de razón y por tanto su conciencia de pecado.

Yo doy mi testimonio. Hasta el día de hoy no ha existido un día más grandioso en mi vida, que el de mi primera comunión. Aunque contaba con apenas siete años de edad, lo recuerdo como si fuese ayer y dejó en mi una marca imborrable.

Muchos son los argumentos que separan a los niños de la comunión temprana. Se dice que es necesario que sepan leer, que hay que enseñarles mucho, pues en casa poco o nada aprenden de religión, que si son muy pequeños no se toman en serio la catequesis, etc. Quienes enarbolan estos argumentos, según mi opinión, nunca han catequizado a pequeños de cinco o seis años.

En mi experiencia como catequista, he catequizado desde niños de apenas tres años, hasta adultos de ochenta y ciertamente no se puede enseñar de la misma manera a un infante que a un adulto mayor. Pero todos son capaces de aprender y en cada etapa hay ventajas y dificultades a la hora de aprender. Al final todos aprenden, es el catequista quien debe adecuarse al catequizando.

Los infantes aprenden tanto como cualquiera y su inocencia les hace ser aún más dóciles a las verdades de la fe. Son extremadamente sensibles a lo espiritual y, con una buena catequesis, pronto arden en deseos de recibir a Jesús Sacramentado. Según las normas de la Iglesia, para comulgar basta con distinguir el Pan Consagrado, del pan común. Y créanme que un niño de seis años, después de una catequesis completa, lo entiende tan bien como cualquiera.

Pero la principal razón, a mi parecer, es que siempre será una pérdida grande el dejar a un niño desprovisto de la gracia. Una vez que se alcanza el uso de razón (antes se decía a partir de los 7 años, hoy se adelanta hasta los 6, algunos dicen 5 años) el niño tiene conciencia de pecado. por tanto es capáz de pecar y por tanto de perder la gracia. Si dejamos a este niño sin la posibilidad de recibir los sacramentos hasta cumplir los 10 años, lo hemos costreñido a vivir tres años desprovisto de la gracia de Dios. A continuación cito el pensamiento de un gran santo:

"Y los niños ? ¿Cómo le consuelan al Corazón de Jesús las Comuniones ingenuas y limpias de los niños!
¡Que pena nos ha dado el saber que en algunos pueblos o parroquias por la escasez o la enfermedad o la vejez de los sacerdotes, los niños tienen que contentarse con visitar al Señor sin recibirlo, porque no encuentran quien los confiese! Y ya que de comunión de niños hablamos, aprovechamos la ocasión para dirigir un ruego con todo el interés de nuestro corazón a los buenos maestros católicos de nuestra diócesis, religiosos y seglares, a saber: Que siembren en el alma de sus alumnos muchas Hostias Consagradas ... Mientras más abundante y prematura sea esa siembra, más arraigada quedarán en esas almas las otras siembras de sus buenas enseñanzas. No, no quisiéramos que se contentaran con la comunión anual, ni aún con la mensual, sino que se tendiera a la semanal, sin parar hasta llegar a la diaria." ( Beato Manuel González, Artes para ser Apóstol)

Por qué entónces esperar innecesariamente, pudiendo comenzar la catequesis tempranamente y permitirles recibir la comunión a los siete años o incluso antes. Basta que se los prepare convenientemente.

Ojalá esta reflexión nos anime a preparar mejor a nuestros niños, a no alejarlos del Sacramento demorando su recepción. Cristo dijo "Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis".
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

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