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sábado, 7 de mayo de 2011

Catequesis con cuentos - La Avaricia

En una buena ocasión, una mujer acudió con el sacerdote de su parroquia a solicitarle un favor: "Padre - le dijo - , soy una persona "avara", quisiera quitarme este vicio..."

El sacerdote pensó un momento, y después le dijo a aquella mujer: "Acompáñeme a la sacristía".

La mujer lo siguió. Una vez allí, el padre la colocó delante de una ventana, y le preguntó: "¿Qué es lo que ve usted?" La mujer respondió: "Veo a la gente..." - "¡Muy bien!" Contestó el padre, quien la colocó entonces delante de un espejo y le volvió a preguntar: "Y ahora, ¿qué es lo que ve usted?" La mujer le dijo: "Me veo a mí misma". "¡Eso! - continuó el sacerdote - Eso es lo que se ve cuando uno tiene ante sí un poco de plata (la única diferencia que hay entre un vidrio y un espejo: un poco de plata). 

Quiere usted combatir la Avaricia, comience a apartarse de la plata, así podrá verse no sólo a sí misma, sino a todos los demás, y velar por sus intereses también..."

Cuando Jesús le dijo al joven rico que lo dejara todo y lo siguiera en lugar de mirar por la ventan y descubrir todo lo que significa ser discípulo del Señor, se quedó pensando sólo en sus bienes. No se trata del dinero, sino de la incapacidad de pensar en los demás, del egoísmo. Se puede ser avaro y pobre al mismo tiempo, así como rico y generoso. El problema no son los bienes materiales, sino que la "plata" no nos deje ver a los demás.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

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