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lunes, 4 de octubre de 2010

Una catequesis de Comunión y Conversión

Días atrás publiqué una reflexión sobre el valor de la comunión temprana. Hoy leyendo el libro "Dichos, hechos y lecciones", del Beato Manuel González, encontré una anécdota que me parece digna de ser conocida por todo catequista. El protagonista es un niño de apenas cinco años, que había ya recibido a Jesús Eucaristía. Léanla con cuidado y a continuación les dejo un comentario.

“Recreábame días pasados recibiendo las deliciosas confidencias de un feliz comulgante de cinco años, vivo, gracioso y penetrante.
-Oye (le decía yo entre serio y broma), ¿y aquellas mentirillas y rabietas y malos modos y caprichitos y respuestas de “no me da la gana” con gestos de vinagrillos?
Y con un semblante a la par grave, candoroso y humilde me dice recalcando cada palabra:
-¡Eso… era… antes! … ¡Cuando yo no comulgaba!
Os digo la verdad que la salida del chiquitín me supo a sermón, a sentencia, a reproche… ¡Que!, ¿no debiera nuestra comunión dividir nuestra vida en dos partes completamente distintas y opuestas?
¡Con que asombro se enterará ese niño, andando la vida, que no pocos de los que comulgan son los mismo que eran antes de comulgar …!
Chicos y grandes comulgantes, por honor y por justicia y por gratitud al Jesús Santísimo de nuestras comuniones , ¿vamos a ser después de cada una un poco más buenos de lo que éramos antes?

Cuántas veces nos hemos lamentado sobre ese divorcio entre la fe y la vida. Pero está claro que aquel niño había entendido que van unidas y que es Jesús Sacramentado quien hace posible esa unión. No podemos seguir siendo lo mismo después de comulgar porque en efecto ya no somos lo mismo. Recibir a Cristo implica un cambio profundo de nuestro ser, un cambio que inicia con la Primera Comunión y que se desarrolla con todas las que vienen después. Nos convertimos en otros cristos. Pero, como siempre Dios respeta nuestra libertad, y dependerá de nuestra docilidad a la gracia de Dios y las inspiraciones del Espíritu Santo.

Esa es una de las razones por la cual hemos de esmerarnos tanto en la catequesis. Una buena educación de la fe, una esmerada formación de esas almas que el Señor nos confía, harán una gran diferencia. Cada comunión será un paso más adelante en la tarea de la conversión.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

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