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viernes, 22 de octubre de 2010

Aprendiendo de Don Manuel - El peligro del escándalo

EL ESCÁNDALO

Hace poco me contaba una señora de avanzada edad un detalle que la había acercado mucho al sacramento de la reconciliación y por lo tanto a su conversión. Estuvo muchos años lejos de la Iglesia y luego otros tantos con una participación muy relativa, sin comulgar, pues no quería confesarse. Hasta que un día vió como un sacerdote se confesaba y ese acto le movió el piso. Nunca se había puesto a pensar que quienes deben escuchar los pecados ajenos, también deben acusarse de los propios. Ese ejemplo le dió el impulso que le falta para volver a la gracia.

Los ejemplos arrastran. Sean éstos buenos o malos, tienen una fuerza mucho mayor que la de las palabras, por muy floridas que sean. Y eso en la pedagogía infantil tiene muchísimo peso.

"Trabajamos, dicen en una forma u otra, hasta más no poder, con nuestros niños para hacerlos cristianos, ilustrados y útiles a la religión, a la Patria, a sus familiares y a ellos mismos. Ése es nuestro afán, dicen; pero no es ésa nuestra cosecha". (Beato Manuel González)

Esta es la cantaleta de tantos catequistas y ha sido también la mía. Nos preparamos mucho, le dedicamos muchas horas a la planificación de la catequesis y ponemos por delante todas las más altas motivaciones. Sin embargo parece que todos nuestros esfuerzos caen en saco roto. Nuestros niños y jóvenes llegan al catecismo muchas veces arrastrando los pies y otras, aunque vengan deseosos, es poco lo que luego se traduce en vida, sobre todo en vida de piedad.

"El escándalo, que da a los niños y jóvenes la sociedad en que viven, roba y robará a Jesús almas, si los sacerdotes, padres y maestros no se dan con toda decisión e industria a iniciarlos y sostenerlos en una educación no sólo cristiana, sino sólidamente piadosa y eucarística". (Beato Manuel González)

Tenemos todo en contra. La sociedad de nuestro tiempo es todo menos cristiana e influye profundamente en nuestros catequizandos. Pero nosotros tenemos a Dios de nuestra parte y sabemos que Él obra a través de nosotros. Entónces ¿es que somos nosotros el problema?

"Algunos educadores creen que los niños no se dan cuenta.
¡Cuántas veces tratamos de excusarnos de la necesidad y obligación de hablar y obrar ejemplarmente delante de los pequeñuelos con esa salida! ¡Son tan chicos! ¡Todavía no se dan cuenta!
Padres, maestros, mayores de edad, tened en cuenta que los niños por muy pequeños que sean y más, mientras más inocentes, tienen un espíritu o instinto de observación que les hace reparar en lo que las mismas personas mayores no reparan y por consiguiente que debemos estar delante de ellos como si estuviéramos delante de una cámara fotográfica". (Beato Manuel González)

Es que así como fue el ejemplo del sacerdote lo que marcó la diferencia en la vida de aquella mujer, será nuestro ejemplo el que fertilice la simbra del catecismo. Nuestros catequizandos, sean niños, jóvenes o adultos, aprenderán de nuestro ejemplo. Hemos de cuidar detalles como la oración que hacemos en la reunión. Que ellos nos vean devotos, que no sea simplemente un paso dentro del programa, que sea de verdad un momento de diálogo con Jesús. Que nos vean comulgar en la Misa Dominical que compartimos con ellos. Ojalá y hasta que nos vean confesarnos. Así les daremos ejemplo de vida de piedad.

Más todavía, nuestra forma de ser debe ser la de un discípulo de Cristo. Que realmente se sientan acogidos por nosotros. Que vean en nuestra preocupación no sólo el deseo de que se sientan bien para que no abandonen la catequesis, sino nuestro compromiso de ayudarles a alcanzar la salvación eterna.

Recordemos que ellos todo lo ven y lo aprenden. Podemos escandalizarlos si no estamos atentos, pues nuestros malos ejemplos o nuestra tibieza espiritual, harán un daño grave a sus almas. Mientras que con nuestro testimonio haremos fructificar todo el esfuerzo catequético realizado.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

(Dichos, hechos y lecciones, beato Manuel González)

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