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lunes, 5 de septiembre de 2011

Vínculo entre la Confesión y la Comunión - Los Por qué de la Catequesis

Hace poco me sorprendía sobre cuánto se desconoce sobre la relación entre la confesión sacramental y la comunión eucarística. En gran parte es culpa nuestra, que como catequistas no hemos sido claros al explicar a los niños un tema tan esencial. Son dos saramentos que están íntimamente vinculados, ya que no se puede recuperar la gracia de Dios sin la Confesión, y si no estamos en gracia no podemos comulgar.

El Beato Juan Pablo II en su encíclica "Dominicae cenae" afirma:
"Acerca de la estrecha vinculación, existente entre el Sacramento de la Penitencia y el de la Eucaristía llamé ya la atención en la Encíclica «Redemptor hominis». No es solamente la Penitencia la que conduce a la Eucaristía, sino que también la Eucaristía lleva a la Penitencia. En efecto, cuando nos damos cuenta de Quien es el que recibimos en la Comunión eucarística, nace en nosotros casi espontáneamente un sentido de indignidad, junto con el dolor de nuestros pecados y con la necesidad interior de purificación."

Y es que para poder acercarnos a comulgar hemos de estar en gracia de Dios, es decir, sin haber cometido pecado mortal. Cuando cometemos un pecado grave, perdemos la gracia santificante, nos separamos de la comunión con Dios, estamos espiritualmente muertos y esto nos impide recibir la Eucaristía que es un sacramento de vivos. El único camino es la Confesión de nuestros pecados, puesto que será la absolución la que nos devolverá la gracia. No se puede, aunque algunos digan que sí, ir a comulgar y luego confesarse, aunque sea inmediatamente después de la Comunión. Primero se recupera la gracia y después se comulga.

"No obstante debemos vigilar siempre, para que este gran encuentro con Cristo en la Eucaristía no se convierta para nosotros en un acto rutinario y a fin de que no lo recibamos indignamente, es decir, en estado de pecado mortal. La práctica de la virtud de la penitencia y el sacramento de la Penitencia son indispensables a fin de sostener en nosotros y profundizar continuamente el espíritu de veneración, que el hombre debe a Dios mismo y a su Amor tan admirablemente revelado."


Algunos se confunden pensando que hay que confesarse cada vez que uno va a comulgar, cosa que no es necesaria. Si no hemos cometido un pecado mortal desde la última Confesión, podemos comulgar con tranquilidad pues no hemos perdido la gracia. Eso sí, es recomendable no dejar pasar demasiado tiempo entre confesión y confesión, la recepción frecuente del sacramento de la Reconciliación ha sido siempre recomendada.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuracatequista

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