Jesús es el Buen Pastor, que conoce a sus ovejas y las llama por su nombre. Ellas reconocen su voz y lo siguen. Es precisamente ésta imagen del pastor la que nos lleva a afirmar que el catequista debe procurar desarrollar un sano interés por cada uno de sus catequizandos. Vincularse, involucrarse, adentrarse en la vida de las almas que se nos han confiado, es parte importante del proceso de educación en la fe.
A todos seguramente nos ha sucedido a lo largo de nuestro proceso de educación, el toparnos con un maestro que fue más allá del deber de dictar su materia. Son esos educadores los que hacen la diferencia en sus discípulos. No se conforman con impartir conocimientos académicos, sino que procuran orientar y formar para la vida. Un catequista deberá hacerla, precisamente porque como agente de pastoral, como educador en la fe, está llamado a acompañar al catequizando, a guiarlo en sus primeros pasos en la vida espiritual.
No lo podemos considerar una tarea simple, porque no lo es. Pero también es cierto que todo lo grande empieza pequeño. Hemos de iniciar por desarrollar un sincero interés por la vida de cada uno de nuestros chicos. Preocuparnos de saber sobre su situación familiar, sus aspiraciones y sueños. Este sano interés hará surgir en ellos confianza, porque descubrirán que nos preocupamos por ellos. El simple hecho de preguntarles cómo están y prestarles atención, tendrá ya un impacto positivo en su estado de ánimo.
Todos sabemos que la situación de la sociedad actual está cada vez convulsionada y las víctimas más afectadas son precisamente los más pequeños. Es ahí donde debemos intervenir como evangelizadores, como orientadores, ayudándoles a comprender y sobre todo a descubrir el camino a la luz de la fe. Y será siempre a través de la Palabra de Dios, sobre todo del Evangelio, que podremos guiarles. Además podemos hacer de puente entre ellos y el sacerdote, que es quien funge en la comunidad como padre y pastor.
La oración, la escucha atenta, la preocupación sincera y una recta intención nos permitirán influenciar positivamente en la vida de esos pequeños que, la Iglesia y Jesús nos han confiado.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuracatequista
No hay comentarios:
Publicar un comentario